jueves, 9 de enero de 2020

Los políticos y el pueblo.


No sé cómo se comportarán los políticos y el pueblo en general de otros países de nuestro entorno, donde en teoría gozan de más democracia, bienestar y respeto a nivel internacional que nosotros. Me imagino que no habrá mucha diferencia entre unos y otros, pues todos los seres humanos somos muy parecidos y todos estamos llenos de imperfecciones, condicionamientos y presiones que nos incapacitan muchas veces para llevar acabo las mejores acciones en favor de la convivencia, la justicia y la solidaridad social. La diferencia entre unos países y otros no creo que sea simplemente de los actuales políticos son, a mi entender y, principalmente por las reglas del juego (Constitución), que se han dado democráticamente, y no impuesta ni consensuada, como se hizo en España, entre una elite (partidos políticos), y representantes de un régimen totalitario que solo buscaban todos ellos su propio beneficio. Una constitución donde se reflejen las normas del juego político, la elección directa por los ciudadanos de sus gobernantes y representantes en el Parlamento (en elecciones separadas), la independencia del poder judicial, y la forma de estado previamente debatida y conocida por el pueblo. Una constitución que impida las desviaciones políticas por ideologías, intereses particulares o elitistas, con recursos para defender la democracia y el Estado de Derecho. Que todo el mundo sepa que es la norma suprema del Estado Español, que hay que respetar, acatar y defender de los ataques internos o externos que pueda tener. En la medida en que se cumplan más o menos estas reglas del juego se tendrá más o menos, o ninguna democracia y esa y no otra es la verdadera diferencia entre unos países y otros. Donde está el origen de su mayor o menor estabilidad política, progreso, bienestar y respeto internacional.

En España mientras que mayoritariamente los partidos políticos sigan respaldando y defendiendo el régimen impuesto desde la muerte de Franco, incluso lo quieran incrementar (negativamente para el pueblo), como lo está haciendo ahora Pedro Sánchez (PSOE), negociando con los que quieren romper el Estado y la unidad de España, mintiendo descaradamente y engañando al pueblo español, rehuyendo la aplicación de la propia Constitución y las leyes del Estado de Derecho cuando es necesario hacerlo  o, como ha insinuado Pablo Casado (PP), proponiendo a Pedro Sánchez consensuar entre los dos una prima de 50 escaños para la lista más votada, para poder formar gobierno y evitar los bloqueos, al estilo de Grecia, siempre copiando lo peor de otras pseudodemocracias, para seguir beneficiándose los dos grandes partidos (bipartidismo), despojando cada vez más al pueblo de cualquier atisbo de soberanía que todavía le pueda quedar. No conseguiremos nunca ningún tipo de estabilidad política duradera, ni progreso, ni bienestar social, porque sencillamente lo que tenemos es una pseudodemocracia, lo queramos o no reconocer, antes con el régimen anterior, una democracia orgánica (dictadura unipersonal), y ahora una pseudodemocracia (dictadura de partidos políticos) que solo buscan su propio beneficio. Sin importarles ni reparar en nada aunque afecte negativamente al Estado, a la Nación o al pueblo. Como en toda dictadura guiados simplemente por las ambiciones personales e intereses propios y de partido.

Los políticos de hace unas décadas del PSOE (Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Leguina, etc.) y algunos del PP (José María Aznar) critican ahora a los políticos del momento, pero lo cierto y verdad es que ellos no fueron mucho mejor que estos. Ellos, los políticos de hace unas décadas, fueron los que crearon el Estado de las Autonomías, los que pasaron las competencias de sanidad, enseñanza y parte de justicia, entre otras, a las autonomías que deberían estar en el Estado y además crearon el Cupo Vasco y Navarro, en virtud de no sé qué derechos históricos, simplemente para complacer a los nacionalistas. Todas estas cosas son sin duda el origen de los conflictos que ahora tenemos, dejaron que sus partidos se corrompieran, desmantelaron todas las empresas del INI, y vendieron todas las joyas de la corona (Eléctricas, Telefónica, Iberia, Repsol, Renfe, Tabacalera, etc.) a sus amiguetes, que incluso previamente a muchos de ellos les pusieron al frente de ellas. Y por eso vivimos unos cuantos años pensando que estábamos en el buen camino, que vivíamos en democracia porque la economía parecía que funcionaba bien. Cuando realmente nos estábamos comiendo y despilfarrando muchos de nuestros propios ahorros y el de nuestros mayores ganados con mucho esfuerzo a lo largo de los años, precisamente en la época franquista, y no porque los políticos hicieran una buena gestión económica ni política de productividad y progreso. Ahora algunos de los políticos que iniciaron el régimen democrático, que dicen que tenemos, se escandalizan cuando ven los resultados de su propia política, pero cuando tuvieron la ocasión y la obligación de hacer lo mejor para la Nación y sus ciudadanos, solo pensaron en ellos mismos y en su partido político, como lo están haciendo ahora sus sucesores. Estos políticos lejos de progresar hacia una verdadera democracia, dejaron bien marcado el camino a los que les sucedían en sus partidos políticos para que siguieran la ruta de la pseudodemocracia, que también les había ido en ella, y que ellos mismos participaron en su creación, apoyaron, defendieron y siguen, pese a todo, defendiendo la falsa democracia que tenemos.

Por todo lo anterior me siento muy pesimista, pues creo sinceramente que no tenemos ni hemos tenido nunca democracia en nuestro País. No la conocemos y además creo que estamos muy lejos de conseguirla. Estamos gobernados por políticos que están en la inopia (indigencia mental) y el pueblo está en Babia (reino de los distraídos) por falta de conocimientos, engaños y mentiras, confusión o comodidad.

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