lunes, 25 de enero de 2021

Un sistema inmune débil abre la puerta a que el SARS-CoV-2 gane tiempo para mutar.


 

La nueva variante ha llamado la atención sobre el papel potencial en la covid-19 de las personas con sistemas inmunológicos debilitados, como pacientes con cáncer activo, trasplantados, con enfermedades autoinmunes o en tratamiento con inmunosupresores y otras patologías crónicas

Es evidente que, con un sistema inmunológico debilitado, somos más propensos a desarrollar cualquier tipo de enfermedad infecciosa (provocada por virus, bacterias, parásitos, etc.), pues nuestro organismo se encuentra disminuido en sus defensas naturales.

Por otra parte sabemos que para mantener una buena salud y por tanto un sistema inmune fuerte y eficaz, tenemos que estar bien nutridos (que no es lo mismo que alimentados), limpios (no solo por fuera, también por dentro), realizar todos los días cierta actividad física y mental, además de ser respetuosos con las leyes (físicas, mentales y espirituales), es evidente que gozaremos de una buena salud y por su puesto de un sistema inmunológico fuerte y eficaz para defendernos de cualquier tipo de infección.

El sistema inmune se debilita entre otras cosas, más que por la edad, por una alimentación errónea y por la suciedad que vamos acumulando a lo largo de los años en nuestro organismo (toxinas, bacterias, parásitos, piedras de grasa en el hígado y la vesícula, suciedad y piedras calcificadas de minerales en los riñones). Seguir considerando que la alimentación es secundaria a la hora de realizar el tratamiento de cualquier enfermedad, es negar una evidencia que cae por su propio peso. Por eso es de vital importancia hacer hincapié en una alimentación basada principalmente en frutas frescas, frutos secos, verduras de todo tipo, legumbres y granos, evitar al máximo alimentos procesados, carnes rojas, pescados sobre todo los de piscifactoría, lácteos, frituras y harinas refinadas y azucaradas. Estos alimentos los deberíamos evitar porque entre otras cosas generan digestiones lentas y pesadas, forman mucosidades y residuos tóxicos que se pegan en las paredes de los intestinos impidiendo o dificultando la absorción de nutrientes que pueden ser esenciales para algún órgano de nuestro cuerpo, dando lugar a carencias severas que podrían ser la causa de muchas patologías de las que padecemos.

De igual forma es necesario limpiar de vez en cuando algunas partes esenciales de nuestro organismo, empezando por los intestinos con la llamada hidroterapia de colon, consistente en irrigaciones de agua filtrada y purificada, o con enemas igualmente de agua filtrada y purificada que todos lo podemos hacer con el fin de limpiar el intestino grueso, cloaca de nuestro organismo. También es necesario hacerse limpiezas de hígado y vesícula biliar para expulsar suciedad y piedras formadas y acumuladas en estos órganos, esenciales para la digestión y formación de la sangre.

Para los que quieran profundizar en la limpieza del hígado y la vesícula biliar, así como la limpieza del intestino grueso, todo está indicado perfectamente en el libro “Limpieza hepática y de la vesícula” de Andreas Moritz y también pulsando aquí. Hay otros métodos más suaves para limpiar el hígado y la vesícula, aunque menos eficaces, como es el de una cucharada sopera de aceite de oliva con medio limón por las mañanas en ayunas durante un mes.