sábado, 2 de julio de 2016

Ante la pregunta de si ¿Conviene engañar al personal por su propio bien?


Como esto es un tema recurrente que viene desde Platón, he sacado del copy pegue de internet este resumen como un documento de estudio abierto a sugerencias, para realizar una "especificación de requisitos " que permita fundar una sociedad o cofradía, (si no estuviera ya fundada)   que se dedicase  al  arte de la mentira política y poder asesorar a cualquier  miembro de cualquier partido  político.
Es  sin duda un arte, el mentir haciendo  creer a la gente   verdades beneficiosas, pues decir  la  verdad  tal cual,  no tiene ningún mérito.
Si damos por supuesto que está justificado mentir por el bien del personal, el paso a mentir por el mal del mismo, tiene una frontera muy  tenue y cualquier gobernante una vez que dio el  primer paso y se metió en el fango, si no tiene la integridad muy bien asentada, es muy fácil que vuelva a meterse en el fango.
Aunque  los  ilustrados, a esta pregunta ya la contestaron con un no, y lo argumentaron, pues  determinaron que el personal  tomaría mejores  decisiones para todos  si mediaba y  si se partía de la verdad.  Como creo que realmente  estamos en retroceso en  muchos campos, pues esta pregunta ya la tenían resuelto hace  2 siglos, lo saco de nuevo a la palestra al ser un tema de reciente actualidad, sobre todo si como parece hay que hacer una salvación nacional.
Si partimos como dicen los clásicos de que la masa es crédula y todo el mundo miente.
El requisito principal para el arte de la mentira política, es que la mentira debe ser "VEROSIMIL" y nunca se debe superar ese límite.
Por ello
- No se puede exagerar pues la mentira deberá guardar proporción y debe estar en el justo medio, no se puede poner un anzuelo demasiado gordo o que se vea el cordel porque se va a notar.
- No sería prudente fijar en la mentira  predicciones   a corto plazo, pues el tiempo corre rápido y se quedaría en evidencia.
- Las mentiras deben sustraerse a cualquier  comprobación y refutación, por lo que es mejor a largo plazo.
- Hay que diversificar las mentiras y dosificarlas, no dar la matraca con la misma pues se puede llegar a descubrir, y fracasar. Esto sería más propio de algún  periodista aficionado que de un artista político.
- Si se hubieran dicho demasiadas mentiras en poco tiempo  como pasa en las elecciones, es preciso seguir una dieta de 3 meses al menos, diciendo solo verdades, por más que cueste seguirla, es necesario para recuperar la reputación.
- Es indispensable  contar con una masa de crédulos dispuestos a repetir  y difundir las falsas noticias que otros han inventado, pues no hay nadie mejor para propagarla que el que se lo cree.
- En el seno de la cofradía se desarrollaran las pruebas pilotos, para determinar si las mentiras de prueba o globos sonda, dan o no  pie al engaño.
- Conviene desconfiar como de la peste de los personajes cabales y de cualquier individuo del que se tenga la mera sospecha de ser sincero.
- Si se advierte de que cualquier individuo se sonroja al soltar la mentira, pierde la compostura o le da por guiñar un ojo cuando la repite, debe ser excluido de la sociedad inmediatamente.
- Sería un objetivo de la sociedad  hacer de la mentira una obligación, y producir mentirosos imperturbables que mientan mejor que respiren.
- Es imprescindible  en la alta jerarquía que reine la moderación para que los jefes llevados por un excesivo celo y ardor vehemente, no acaben creyéndose sus propias mentiras.
Al utilizarse   hoy día los medios electrónicos, se debe racionalizar mediante  la organización y la división del trabajo, por lo que cada uno hará  la parte que le corresponda  de la mentira, sin ningún remordimiento  ni  responsabilidad en el producto final.
Conviene saber que el  que engañe con arte siempre encontrara gente que se deje engañar.
Si se llegase como consecuencia de un mal cálculo a un conflicto armado, es preciso constatar  que la guerra se alimenta de falsedades, y que su duración está en proporción a esa alimentación, y que las mentiras aterradoras tienen más velocidad de difusión.

La mejor forma de atacar una mentira es con otra y la verdad se sabe que va siempre detrás de la mentira, al menos un cuarto de hora después, por lo que la mentira  siempre surte efecto, en cierta forma es como un médico que encuentra el remedio media hora después de que se le ha muerto  el paciente.