martes, 30 de junio de 2020

El Congreso respalda con un amplísimo sí el decreto de nueva normalidad del Gobierno.


“El PP reclama planes de contingencia, medidas de refuerzo en puertos y aeropuertos, control de la movilidad —el Gobierno ya ha dicho que esto no es posible sin recurrir al estado de alarma—,” Claro, por eso ocurre esto, por haber pasado todas las competencias de la sanidad a las autonomías y el Estado quedarse vacío sin ningún contenido ni poder de regulación. Y por eso el Gobierno necesita decretar el estado de alarma y no solo el confinamiento como en la mayoría de los países de nuestro entorno y en otras democracias, pero sin el poder que tienen en nuestro País las autonomías.

Ana Pastor “Esto no es un tema de competencias —señaló a los grupos nacionalistas, socios del Ejecutivo y siempre celosos del reparto de poder—, sino de salud pública. Sean generosos y doten al Ministerio de Sanidad de los instrumentos necesarios para hacer una política nacional. No tengamos una visión partidista". Ósea que las comunidades autónomas son en definitiva las que tienen el poder en España en esta y en otras materias y, el PP a través de Ana Pastor pide a los nacionalistas (los que más influencia tienen en la política en toda España) que sean generosos con el Estado ¡¡para mear y no echar gota!!.

El PNV avisa: no aceptará una "merma" de competencias durante la tramitación. Luego lo que se negocia como siempre son las competencias o quien manda, reparto de poder entre ellos, en este caso entre los virreyes autonómicos y el virrey del estado, en la aplicación de servicios esenciales como la sanidad que, en teoría afecta por igual a todos los ciudadanos de este País, sin diferencias ni restricciones entre comunidades autónomas, razón suficiente para que esta competencia fuera exclusiva de la administración central del Estado.

Como en todas las negociaciones y consensos no se negocia nada que afecte directamente a los ciudadanos, a la mejora de sus prestaciones, a mejorar la calidad de servicio, nada de nada, solo se negocia el reparto de poder entre unos partidos políticos y otros, los ciudadanos, para bien o para mal, quedan al margen de todo y los políticos defienden sus privilegios con parches para seguir viviendo, engañando al pueblo, repartiéndose el poder y privilegios. Lo normal en una falsa democracia.