jueves, 19 de marzo de 2009

El miedo guarda la viña.

De pequeño cuando vivía en mi pequeño pueblo, allá por las llanuras de la Mancha, residía en el una familia muy humilde, compuesta por el padre, la madre y cuatro hijos varones.

El padre era jornalero de profesión, y le gustaba trabajar mas bien poco, así que la familia subsistía de la limosna y de cuatro duros que sacaba la madre haciendo limpieza por las casas de alguna familias pudientes, ello hacia que anduvieran siempre mas bien justos de vestimenta así como de comida, recuerdo que cuando íbamos a la escuela si alguno tiraba algo de comida, estos se lanzaban como una fiera a por ella, devorándola nada mas cogerla. Alguna vez los vi comer cáscara de naranja con eso se dice todo.

Al estar tan justos de todo pues alguna cosilla que otra solían limpiar, como se dice en la mili, hubo mas de una vez que los tuvieron que expulsar de la escuela por se amigos de lo ajeno, posiblemente por la necesidad que tenían, del codo para abajo no tenían pereza. Se criaron claro esta, con ese miedo de haber si ahora se entera la guardia civil.

Estos muchachos crecieron y el mayor de ellos, se presento como aspirante a agente a la guardia civil, aprobó y fué destinado a la agrupación de trafico de Valencia.

Un día tomándonos unas cervezas junto, sacamos a comentario, lo mal que lo pasaron de pequeños y del miedo que le tenían a los civiles, va y me cuenta esta anécdota, me dice que siendo el guardia ya, iban un día de servicio la pareja de motoristas por la nacional tres y había unos naranjales repletos de naranjas hermosísimas a ambos lados de los arcenes, como solían ponerse uno en cada lado de la carretera, a este le entraron ganas de hacer un pipi y se puso a hacerlo junto a un naranjo, una vez terminado, saco un bolso de cuero negro que usaban entonces los guardias y se dispuso a llenarlo de unas hermosas naranjas, estaba en ello cuando el otro guardia que lo ve como esta cogiendo las naranjas, le pega un grito fuerte y le dice “LOS CIVILES” y va este y suelta las naranjas y sale corriendo dirección a su moto.

Cuando se toma cuenta de lo que acababa de hacer, dice seré jilipollas si los civiles somos nosotros. Así que acabamos riéndonos todos los amigos y diciendo aquello de (El miedo guarda la viña).