miércoles, 10 de marzo de 2021

El Síndrome de Hybris.


 

La enfermedad de los que piensan que lo saben todo.

El síndrome de Hybris o embriaguez del poder afecta muy especialmente a ciertos políticos con responsabilidades jerárquicas de gobierno, que se aferran con uñas y dientes al poder. Este trastorno se presenta en una primera fase bordeando la megalomanía y concluye con la paranoia.

Los gobernantes atacados por este síndrome dejan de escuchar, se vuelven imprudentes, entienden que solo sus ideas son las correctas, jamás reconocen sus errores y prefieren rodearse por una legión de genuflexos (arrodillados) cabezas huecas que no vacilan en felicitarle hasta por sus errores, reiterándoles lo imprescindible de su mesiánica presencia al frente de los destinos del Estado.

Los políticos que padecen este síndrome derivado del uso del poder, presente en un gran número de líderes, se caracterizan por una autoconfianza excesiva, rechazo a las advertencias y avisos de colaboradores o de otras formaciones políticas, y representación equivocada de la realidad.

El síndrome de Hybris es más bien un estado al que se llega por tener unas condiciones personales psíquicas espaciales y unos déficit concretos en la personalidad. No es una enfermedad porque el que lo padece sabe que está en un error, pero no es capaz de admitirlo, y ello le lleva a tener posturas rígidas, egocéntricas e irritables.

No es justo, ni ético, ni científico que los dirigentes y su personal de confianza no pasen ningún tipo de filtro, tanto de salud física y fisiológica como psíquica, para ser designado previamente por sus partidos como candidato idóneo. Y debería estar estipulado en la Legislación Electoral un criterio de selección como en cualquier otro puesto del Estado