miércoles, 3 de febrero de 2010

Reinventar la rueda es algo que hace el ser humano a cada generación. La primera fórmula de ahorro y capitalización fue, con seguridad, la individual. Lo mío, mío. Es lo natural: el ser humano nace desnudo, con muy pocos kilos y llorando. Solamente reclama. Reclama cuando se orina, cuando tiene hambre y cuando tiene sueño. No da, porque eso es "antinatura", cualquiera lo entiende. Está desvalido. Es solamente EGO.

Luego crece, y se asocia: con la familia, en el colegio, en el juego. Una evolución absolutamente natural, en todos los tiempos y lugares del mundo; y entiende que el beneficio que obtiene conlleva su imprescindible aportación comunal. El conjunto de EGOS controlados forma el NOSOTROS para hacer lo que no se puede hacer en soledad, desde aprender hasta jugar al fútbol. Porque hasta para las hostilidades se asocia el ser humano y cualquier especie animal, generando fuerza común.

El NOSOTROS no anula el EGO, y así llega la tercera fase, que consiste en el ventajismo: utilizar el NOSOTROS para beneficiar al EGO. La sociedad me aporta seguridad, comunicación, urbanismo, bienes de consumo, etc. Pero yo soy mejor que el resto,y procuro "hábilmente" que la contrapartida sea lo menor posible, así que debo tratar de conseguir todo ello, los beneficios de estar en comunidad, al menor coste personal posible. LO MÍO, MÍO, Y LO TUYO, NUESTRO. ¿Prestaciones?, cuantas pueda coger serán pocas, incluyendo todo tipo de subsidios, rebajas fiscales y apaños por detrás de la ventanilla.

¿Tributaciones?, ¡para lo que van a hacer con MI dinero...!
La pensión individual, en definitiva, está inventada: es la capitalización privada. El Estado es lo que los miembros de cada sociedad han querido hacer en común, y resulta un contrasentido darle al Estado una función propia de la iniciativa privada. Así que el dinero de cada uno que lo tenga, por supuesto, para cada uno, sin que El Estado nos lo "trabaje", acreciente y que entre a apuntalarlo cada vez que las codicias personales lo hagan necesario. Llévalo al extremo, y verás el disparate: reserva, paga y mantén en un hospital público tu propia habitación, para que esté disponible cuando la necesites. Y el cirujano, y el anestesista, y la enfermera, está a gusto de tu mujer, no vayamos a tener problemas después, y el radiólogo.

Finánciale al Estado tu propio espacio para aparcar tu coche, que no podrás mover, puesto que para ir a otro sitio tendrás que aparcar en un trozo de calle igualmente privatizado; o sea, de otro.

Las pensiones son lo que son. Su carta de naturaleza radica en que la sociedad tiene un ciclo similar al de los elementos que la componen. Cada generación jubila a la anterior, como los padres se ocupan de los hijos. Y las cuentas bancarias personales también son lo que son, tan opuestas en su concepto como lógicas y naturales. Churras y merinas, tanto valen. Pero churras y merinas revueltas, mal asunto.