miércoles, 28 de septiembre de 2016

Las ondas electromagnéticas.

Nadie puede discutir la importancia tecnológica de poner las ondas electromagnéticas a nuestro servicio. La aldea global, que constituye el mundo del siglo XXI, es buena prueba de ello. ¿Qué sería de las comunicaciones sin las cuatro leyes de Maxwell?
Tal vez el suceso más significativo del siglo XIX sea el descubrimiento, por parte de Maxwell, de las leyes del electromagnetismo”.
Todos hemos oído los titulares de la noticia: “Descubierta la primera señal de ondas gravitacionales”
¿Tendremos una revolución tecnológica similar?
La respuesta es que de momento no se vislumbra revolución tecnológica alguna, salvo los desarrollos que se han tenido que llevar a cabo para poner a punto antenas que fueran capaces de detectar ondas gravitacionales. El motivo es que una onda gravitacional es 10-36 menos potente que una onda electromagnética y solo cuerpos muy masivos acelerados pueden producirlas con energía suficiente para que podamos detectarla.
Pero una onda es una onda y transporta información. Información que los cosmólogos utilizarán para conocer y comprender el pasado de nuestro universo. Digo el pasado porque la información que recibimos se ha producido hace muchos y muchos años atrás.
De esta forma la detección simultánea de ondas gravitacionales y ondas electromagnéticas emitidas por la misma fuente permite conocer cuál es el origen del evento. Los dos tipos de ondas se transmiten a la misma velocidad (300.000 km/s)

En resumen, las ecuaciones de campo de Maxwell llevan a la existencia de ondas electromagnéticas, y de la misma forma las ecuaciones de campo de Einstein predicen las ondas gravitacionales. Las primeras implican oscilaciones de los campos eléctricos y magnéticos, las gravitacionales son alteraciones de la geometría del espacio-tiempo. Cuando una carga eléctrica se acelera se produce un pulso de luz, un chorro de fotones. De igual forma, al acelerar una masa, fuente del campo gravitacional, se produce un pulso de ondas gravitacionales, un chorro de gravitones. La diferencia es que su potencial es 10-36 veces menor.