lunes, 6 de julio de 2020

Un país mediterráneo


Había una vez un país mediterráneo donde el Ministerio del Interior creó una policía política que se dedicó a investigar,  sin control judicial, a los rivales del Gobierno y sobre todo a los independentistas. Todo esto ocurría bajo las órdenes del mismo partido que hoy pide la dimisión de un ministro.

En ese país mediterráneo, hay que recordarlo, hubo un delincuente disfrazado de cura, pagado con los fondos reservados del Ministerio del Interior, que se coló en la casa del extesorero del partido en el Gobierno para secuestrar a su familia a punta de pistola, al grito de "dónde está el puto pendrive"; a la caza y destrucción de pruebas que presuntamente incriminaban a la cúpula del partido en el poder. 

En ese mismo país es un lugar donde los fondos reservados del Ministerio del Interior, que se pagan entre todos con los impuestos, se usaron para sobornar al chófer de un tesorero, al que el Gobierno presuntamente quería espiar para evitar que se fuera de la lengua sobre los sobresueldos en negro del partido en el gobierno.

En la cloaca policial de ese país mediterráneo se fabricaron pruebas falsas e informes contra los principales dirigentes de los partidos de la oposición.

Fue en esos años, por esos méritos, por los que el entonces ministro del Interior condecoró al comisario Villarejo, hoy imputado en una treintena de casos de corrupción.

Ese mismo país tiene un cuerpo policial que elabora informes plagados de bulos, errores y mentiras para acusar al Gobierno de varios delitos sin base alguna. Se llega incluso a manipular las palabras de un testigo para que diga exactamente lo contrario a lo que dijo en su declaración. Son unos hechos gravísimos que conllevarían algo más que una simple destitución de un mando de ese mismo cuerpo policial que, por cierto, es un puesto de libre designación.

Dicho todo lo anterior, es intolerable que el ministro del Interior se interese por una investigación policial que afecta al Gobierno. También es intolerable que ese mismo ministro cese a ese mando policial por no avisar de un informe, encargado por una jueza que investiga a un dirigente del partido en el poder. 

Ahora bien, el partido que esté libre de esos pecados que tire la primera piedra y solicite su dimisión, pero el principal partido de la oposición no está libre de ninguno de esos pecados.

Es solo una opinión ante la avalancha de hechos en ese país mediterráneo maltrecho y atacado por el virus de la sinrazón.