viernes, 26 de noviembre de 2010

Un hotelero Hindú.

Un magnate hotelero regresó a una ciudad Hindú un año después de su primer viaje. Al llegar al mostrador de un hotel muy inferior en estrellas a los de su cadena, el empleado le saludó con una sonrisa, diciéndole: "Bienvenido nuevamente, señor; un placer y un honor, volver a verle en nuestro hotel".

Se sorprendió, ya que a pesar de ser una persona importante no creía llamar la atención; y difícilmente el empleado fuese el mismo que le recibió anteriormente. Entonces se propuso implantar el detalle de dar una acogida similar en los suyos. Pero había que asegurarse previamente de que el cliente que acababa de entrar ya había estado antes.

Se pensó adaptar el mejor software con reconocimiento de rostros, base de datos, cámaras especiales, tiempo de respuesta en microsegundos, promoviendo la formación y capacitación de empleados en el sistema, etc. La iniciativa alcanzó un presupuesto aproximado de 2,5 millones de dólares.

El magnate prefirió viajar por tercera vez al enigmático hotel y sobornar al empleado de recepción que estuviera dispuesto a revelar el procedimiento que aplicaban. El de turno, que tampoco era el que le recibió la vez anterior, no aceptó soborno alguno. Simplemente, comentó al magnate:
"Mire, señor, tenemos un arreglo con los taxistas que traen clientes; ellos les preguntan si ya conocen la ciudad y, en ese caso, cuál fue el hotel en el que se hospedaron. De ser el nuestro, él nos hace una señal cuando trae sus maletas hasta el mostrador, y así se gana un dólar".

Moraleja: Sea cual sea EL PROBLEMA, despreocúpate de su magnitud y concéntrate en LA SOLUCIÓN. La mayor parte de las veces, te sorprenderá la desproporción entre el tamaño del primero y la sencillez de la segunda. Perderse en planteamientos, circunstancias, culpabilidades, imagen a proyectar, etc., garantiza el error.