jueves, 11 de diciembre de 2008

Ay Tardá que se te ve el plumero.

En el período de una semana, más o menos, hemos recibido el impacto de la educación y el talante de varios interfectos, con el consiguiente revuelo en las filas de izquierda y nacionalistas. Me refiero, como alguno ha podido intuir, a las "declaraciones" de Pedro Castro (alcalde de la parte roja de los habitantes de Getafe), Arzallus (el Gran Hermano del nacionalismo vasco) y Joan Tardá (un mosquetero del nacional socialismo catalán).

Uno de ellos llama a los votantes del PP "tontos de los cojones"; el otro afirma que hay que aguantarse con la "lucha armada" de ETA y el que no aguante que tome Valium; y el tercero da vivas a la República (no dice a cuál de ellas, aunque se puede imaginar) y Tardá, quiere que muera el Borbón.

Dejando sentado que muchos getafenses merecen un alcalde como ese y que los vascos también se merecen tener un Arzallus (la mayoría le han votado los últimos 30 años), quiero referirme especialmente a Tardá. Joan Tardá ha querido justificar su invectiva antiborbónica diciendo que se refería a Felipe V, no al actual Borbón (que, por cierto, es el único rey Borbón español que puede morir; Felipe V ya lo hizo en 1746 hace tiempo verdad). ¿Como va a morir otra vez?, ¿me pasara a mi como a Garzón?, que aun no se ha enterado que Franco a muerto.

No sé si alguien recuerda que alguna vez, ya me he referido a la cobarde práctica de los nacionalistas. Este es un claro ejemplo de cobardía práctica, tirar la piedra y esconder la mano. No es de fiar un personaje público como este que no tiene el valor necesario para sostener sus ideas sino es bajo el amparo de sus fieles.

¿De qué tiene miedo Tardá, de que pensemos que es un fascista catalán disfrazado de progre de izquierdas, que odia todo lo español? Lo sabemos, y lo asumimos. Cada uno puede tener el ideario que le parezca, pero también debería tener el valor de defenderlo sin recurrir a subterfugios patéticos y mezquinos, este tipo por las declaraciones realizadas debería ser fulminado como diputado y que nunca jamás pudiera ejercer ningún puesto en política.