miércoles, 31 de agosto de 2016

El Burkini.

Ando yo un poco perplejo con la prohibición, en varias localidades francesas de la Costa Azul, del uso de esa prenda de baño, conocida popularmente como "burkini", que cubre el cuerpo, y que usan algunas mujeres musulmanas en las playas y piscinas.
Digo que ando un poco perplejo, pero más bien debo decir que ando asqueado, al comprobar que esa prenda, que ya lleva bastantes años usándose (incluso importantes marcas de ropa y grandes almacenes la comercializan desde hace tiempo, con su correspondiente despliegue de marketing), ahora resulta ser inadmisible en Francia (qué casualidad), donde se han producido los atentados yihadistas más sonados de occidente de los últimos meses y, más concretamente, en la Costa Azul (qué casualidad), donde no hace mucho que se produjo ese horrible atentado con el camión arrollando gente en Niza.
Y debo decir asqueado, porque esa prohibición tiene toda la pinta de ser una repugnante maniobra electoralista del partido derechón que gobierna en esos ayuntamientos, con el único o prioritario fin de rentabilizar a su favor la lamentable corriente de islamofobia que generan los atentados yihadistas.
Pero lo que es para mear y no echar gota es la justificación de esa prohibición, que refrenda el primer ministro gabacho, Manuel Valls y, fuera de Francia, apoyan algunos (no muchos, por suerte) dirigentes políticos de profundas y obvias convicciones: Más o menos es ésta:
"La indumentaria de baño debe ser acorde con los principios de laicismo y secularidad, y no estar asociada o tener connotaciones asociadas a usos y prácticas religiosas".
¡Virgen santísima  del Amor Hermoso!

Que conste en acta que, por lo que a mí respecta, siempre y cuando no deje restos contaminantes en la playa, cualquiera debe ser libre para bañarse de la guisa que le venga en gana, con bañador completo,  bikini, monokini, con tanga luciendo paquete o "meyba" (estilo Fraga en Palomares), con traje de faralaes de cola larga o con traje regional de los Coros y Danzas de la Sección Femenina, aunque me asalta una duda: ignoro si esa norma de exigir que la ropa de baño sea acorde con los principios de secularidad y ajena a los usos y prácticas religiosas, es aplicable o no a esas monjas bañistas de las fotos, tomadas, en fechas recientes, en playas públicas de dos países cristianos y occidentales