miércoles, 28 de enero de 2009

Tengo una pregunta para usted

Me contaron un día un cuento que decía lo siguiente:
Estaba labrando con una yunta de bueyes un agricultor, sordo como una tapia por cierto, cuando de pronto a pareció en el horizonte dueño de dichas tierras, que andaba cazando por los alrededores, al verlo este piensa, ostras el señorito seguro que me va a preguntar algo. Lo primero que hará será darme los buenos días, Yo le debo contestar BUENOS DIAS . después me preguntara que hago, le diré que: HARANDO, después seguro que me pregunta que familia tengo, le diré: QUE MI MUJER Y DOS HIJAS MAS, y por último me dirá que quede con Dios, yo le debo contestar: Y USTED QUE LO VEA.

Llega el señorito junto al labrador y le dice este: SORDO JILIPOLLAS COMO VA LA FAENA, contestándole este lo que previamente había ensayado: BUENOS DÍAS.

Oye tonto la pera ¿Lloverá hoy?. Contestándole el gañan HARANDO.
Sordo tu mujer trabaja en un prostíbulo, y el pobre le suelta MI MUJER Y DOS HIJAS MAS.

Por último le suelta cuidado que vas a tener mas cuernos que los bueyes que llevas, y el sordete le dice Y USTED QUE LO VEA.

Como se puede observar entre los dos la conversación fue una verdadera toma de pelo. Pues esta conversación es una obra literaria si la comparamos con las contestaciones dadas por Zapatero “ZP” para los amigos, en el programa de Tenemos una pregunta para usted de la primera.

Seguro que los de mi pueblo habrán dicho al ver al presidente que es más mentiroso que “el asao”, es que la verdad parecía la conversación del gañan y el señorito, unos preguntaban por peras y el otro respondía mañana nos vemos. El Caperucito Rojo de la Moncloa se aprendió su guión y a él se ciño, solo le falto decir, esa pregunta no esta en el guión, Ah y por si el circo no estaba completo ahí teníamos al Payaso (“Que perdonen los Payasos”) del Sr. Milá haciéndole los quites al Jefe, por si los jodios preguntones, hacían alguna pregunta improcedente que pudiera comprometer a Zapatero.

Como dijo Abraham Lincoln, Presidente estadounidense. Hay momentos en la vida de todo político, en que lo mejor que puede hacer es no despegar los labios.