jueves, 26 de febrero de 2009

Dimite el furtivo.

Hablando de aplausos, quedará para los anales de la tauromaquia parlamentaria, los aplausos que hace algunos días le brindaron sus compañeros de Partido en el Parlamento, y a los que él respondió cual torero después de una excelsa faena.

El Ministro furtivo, por que cazó sin el permiso correspondiente, finalmente, se ha despedido furtivamente, por que esconde en su dimisión lo que a todas luces es un cese encubierto. Tarde y mal, ni él que dice dimitir ni quién tiene la facultad para hacerlo y dice aceptarle la dimisión, han estado a la altura de los acontecimientos, porque se han dejado en el evitable y largo camino, despojos rotos de talante y honorabilidad.

En época de Carnavales, disfrazarán el evento como les parezca mas conveniente, en manos de cada uno queda, aceptarlo como un tardío gesto de gallardía o por contra, con un liberador deseo de "que se vaya con viento fresco".

Esos aplausos tan acomodaticiamente fervientes, se tornaran en "convenida distancia" cuando no "convenido olvido" en un soplo, tanto mas fervientes, cuanto mas deprisa, barrerán las astillas del árbol caído.