miércoles, 30 de diciembre de 2009

Aún puede ser peor no te quejes.

Cuando paseaba por un inmenso y solitario parque, un hombre ve a otro que está abrazado a un árbol, con una oreja apretada fuertemente contra el tronco.

Intrigado por la escena, un paseante le pregunta al del árbol:
- Sólo por curiosidad, ¿qué estás haciendo?
- Estoy escuchando la música del árbol- responde el otro.
- Vamos, vamos. Tienes que estar de coña. No me vaciles.
- Por supuesto que no estoy bromeando. ¿Quieres escuchar?
Si poder reprimir la curiosidad, el paseante asiente, coloca los brazos alrededor del tronco y acerca la oreja.

El otro, actuando por sorpresa y con rapidez, le sujeta las muñecas con un par de esposas, y ya inmovilizado, le quita la billetera, los anillos, el reloj, el móvil, las llaves del coche, y se va corriendo.

Dos horas después, otro caminante que pasa cerca, ve al hombre esposado al árbol, y le pregunta:
- Pero ¿qué haces así?, ¿qué te ha pasado?
El del árbol le cuenta la penosa historia de cómo y por qué se encuentra allí, mientras el otro lo escucha con atención.

Cuando termina de relatarle lo sucedido, el otro asiente con la cabeza en un gesto de comprensión y luego se coloca detrás de él, le baja los pantalones y los calzoncillos hasta los tobillos y, mientras se desabrocha la bragueta, le susurra al oído:
- Me da que hoy no es tu día, campeón...