sábado, 22 de diciembre de 2018

La lotería.

El spot publicitario de la lotería de este año nos cuenta la historia de Juan, el hombre al que le toca la lotería  cada 22 de diciembre, pero no es feliz. Un día decide compartir el décimo con la joven que ve todos los días en el mercado. Ahora si es feliz.
Aunque consideremos que esto solo puede suceder en la ficción; existe ese “Juan” que no es ficción. Veamos los sucesos improbables que se han dado a lo largo de la historia para que el “décimo de la vida” haya sido premiado en multitud de ocasiones.
Todo comenzó hace unos 13.700 millones de años, cuando nuestro Universo comenzó su andadura de una forma brillante (BIG BANG). Nuestro  “décimo de la vida”, fue premiado con cinco constantes universales, finamente ajustadas, para permitir la aparición de un Universo que albergase vida. Estas constantes dirigen la formación de núcleos de hidrógeno, durante el Big Bang, la formación de Galaxias, estrellas, planetas rocosos y las especiales características de todos los elementos químicos que conocemos… Cualquier ligera variación de sus valores numéricos nos lleva a un Universo sin la complejidad necesaria para el desarrollo de la vida.
Después de este premio, tuvimos que esperar unos 9.000 millones de años para que a nuestro décimo le tocara el siguiente. Una  nebulosa, situada en una región muy especial en una de las 100.000 millones de galaxias que componen nuestro Universo, colapsó y dio origen a nuestro sistema solar. La composición de esa nebulosa contenía un 71% de hidrógeno, 27% de helio y 2% de metales (con despreocupada indiferencia hacia las sutilezas químicas,  los astrónomos llaman metales a los elementos más pesados que el helio). Esta justa proporción de elementos químicos y la ubicación especial en la Vía Láctea, condujeron a la emergencia de un metabolismo primitivo, origen del ancestro común de todos los seres. El Sol se encuentra a 27.000 años-luz de distancia del enorme agujero negro, que es Sagitario A, situado en el centro de la Vía Láctea, a salvo de las peligrosas explosiones de radiación gamma que barren esa región central.
No contentos con ese importante premio, recibimos el siguiente. La Tierra se formó hace 4.500 millones de años en el lugar apropiado para tener una temperatura templada y agua líquida. Contamos además con un campo magnético que repele la peligrosa radiación cósmica y una tectónica de placas que va reponiendo los nutrientes en la superficie y, a la vez, estabiliza la temperatura. Estas excelentes condiciones planetarias se las debemos también a la luna que evita, entre otras muchas cosas, que el eje de la Tierra se bambolee en exceso. No es normal que un planeta de nuestras dimensiones, haya atrapado un satélite de las dimensiones de nuestro inseparable compañero: la Luna
La vida primigenia fue también otro golpe de suerte a nuestro “décimo de la vida”, después de tan solo 1.000 millones de años de la formación de la Tierra. Pero las células más complejas tardaron 2.000 millones de años más en surgir, gracias a la fusión fortuita, otro golpe de suerte, de dos células para formar una “célula eucariota”. Los 30 billones de células que componen nuestro cuerpo son células eucariotas, consecuencia del premio ese singular suceso.
Aún con estos golpes de suerte, debieron de pasar cientos de millones de años hasta que la vida pluricelular recibiera el premio gordo de la “explosión cámbrica”.  La explosión cámbrica es la aparición repentina (desde un punto de vista geológico) y rápida diversificación de organismos macroscópicos multicelulares complejos en los inicios del periodo Cámbrico, hace unos 500 millones de años.
Evolucionar de una especie primitiva a otra más evolucionada necesita de la coincidencia de muchos hechos favorables.  Ahora bien, la historia de la humanidad está escrita en nuestro ADN (un libro que contiene 3.200 millones de letras de longitud), por lo que resulta posible determinar los premios gordos que hemos recibido desde que nos separamos de nuestros primos, “los chimpancés”, hace 7 millones de años. Dado que estos parientes nuestros, que viven solo en el África central, muestran más diversidad genética que los seres humanos, que habitan en los extremos opuestos del mundo; esto solo puede significar que todos nosotros descendemos de una pequeña población de humanos, que recibieron el premio de la supervivencia a las varias catástrofes acaecidas a lo largo de nuestra historia pasada.
Los estudios de ADN determinan la existencia de dos premios gordos. Hace 150.000 años la población humana se redujo a unos pocos miles de parejas reproductivas y hace 70.000 años, de nuevo, la población se redujo a unos aproximadamente mil individuos.
Que nuestra especie sobreviviera, floreciera hasta convertirse en una sociedad tecnificada y creciera hasta los 7.000 millones de personas; hijos de solo unos mil individuos, es en definitiva, el último premio gordo recibido en toda esta historia.
Posiblemente, nadie en el Universo haya recibido tantos premios gordos como nosotros y por ello, probablemente, no haya otro “Juan”. A pesar de esto, como Juan, no somos felices; como dice el “spot”, el mejor premio es compartir… ”esta milagrosa cadena de coincidencias” entre todos los seres humanos.
¡¡¡ Feliz Navidad !!!