domingo, 4 de noviembre de 2018

Serenar el debate.


Las terminales mediáticas de la izquierda andan escandalizadas por la pocilga, según ellos, en que se está convirtiendo la política española. Resulta curioso, chocante y hasta jocoso ver a los mismos personajes que se rasgaban las vestiduras por cuestiones similares o menores a las que hoy nos ocupan, tratando ahora de disculpar de todo y por todo a los ministros «bonitos» de Sánchez, que no del PSOE. Es probable que en algunos casos no les falte razón, pero no emplearon la misma vara de medir cuando acosaban a los ministros de Rajoy. La coherencia sigue siendo un valor en política, y también en el periodismo. Sería bueno que ellos contribuyesen también a serenar este país y a sus voceros, e invitasen a reflexionar acerca de cómo se arrasan honores, presunciones de inocencia y reputaciones, en muchas ocasiones en nombre de una falsa libertad de expresión. Igualmente, habría que recordarles a Sánchez, sus socios y sus corifeos mediáticos que fueron ellos quienes dejaron el nivel del debate público donde está. Y ahora nos encontramos con una opinión pública híper susceptible y exigente, junto a la clase política más mediocre desde 1977.

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