martes, 4 de octubre de 2016

Despedida de Ferraz.

Bueno, lo que tenía que suceder sucedió, aún a pesar de disimular las derrotas electorales, más que disimular ignorarlas directamente, Pedro Sánchez finalmente dimitió, algo que debiera haber hecho en las primeras elecciones generales de Diciembre'2015, o ya sin mayor dilación en las de Junio'2016.
El espectáculo ha sido bochornoso, por cómo se han sucedido los acontecimientos y por el mal entendido numantinismo de los llamados "sector Pedrista", que según parece así lo relatan los que lo han vivido intentó a última hora poner una urna semiescondida, sin interventor, sin censo, en definitiva sin control alguno.
De momento el Partido queda en manos de una Gestora, presidida por una persona que goza del respeto de una inmensa mayoría (unos y otros), una persona de prestigio indiscutible, Javier Fernández, que llevará las riendas en los próximos tiempos.
Pero está claro, se pudo sospechar desde el primer momento, a poco que pueda, está por ver si podrá, Pedro Sánchez y sus fieles volverán, y volverán para "rematar" al Partido en nombre de la militancia, esa militancia cada vez menor en número y cada vez más radicalizada que acabará por ahuyentar a los votantes, sin reparar en que estos últimos son los verdaderos artífices del otorgamiento del poder político.
Me atrevo a titular "God save the PSOE" porque ni Pedro Sánchez ni César Luena (quizá no tanto Antonio Hernando), han demostrado sobradamente que les importa un higo todo aquello que se interponga en sus ambiciones personales, tiempo al tiempo.
Hay que reconocer eso sí que tanto la despedida dentro de Ferraz, como la posterior ante los medios informativos, de Pedro Sánchez, fue elegante, humilde y apelando al sentimiento, toda la elegancia, humildad y sentimiento que le faltó cuando pronunció un frase que pasará a la posteridad ... ¡hemos hecho historia!


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