jueves, 14 de octubre de 2010

Siempre rompiendo el encanto.

Un día mi madre salió y mi padre se quedó a cargo de mi hermana. Esta tendría quizás 2 años y medio.

Alguien le había regalado un juego de té y era uno de sus juguetes favoritos.

Papá estaba en el cuarto de estar mirando las noticias de la noche cuando esta le llevo una pequeña taza de té, que era solamente agua.

Después de varias tazas de té y de muchas alabanzas por la riquísima bebida, mi mamá llegó a casa.

Papá la hizo esperar en el cuarto de estar para que viera traerle una taza de té, porque le parecía la cosa mas tierna que había visto.

Mi mamá esperó, la vio venir caminando por el pasillo con la taza de té para papá y lo miró mientras se la tomaba entonces, rompiendo todo el encanto, mi mamá le dijo (y sólo una madre podría saberlo):

"¿No se te ocurrió que el único lugar en que la niña puede alcanzar agua es en el retrete?"

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