jueves, 23 de septiembre de 2010

Laicidad y necesidad.

Un labrador lleva su camioneta al mecánico para que se la arreglen. Como no iban a poder arreglársela enseguida, decide volver caminando a su granja, porque no quedaba lejos.

Al estar saliendo del pueblo se detiene en la ferretería a comprar un balde y un tarro de pintura. Luego pasa por la carnicería y compra 2 pollos y un pedazo de cordero. Pero, al salir de la carnicería, se da cuenta de que tenía un problema: cómo llevar a su casa todo lo que había comprado.

Mientras se rasca la cabeza, se le acerca una ancianita, quien le dice que está perdida, y le pregunta:
-- ¿Me podría decir cómo hago para llegar a la granja de los Rodríguez? El hombre le contesta:
-- Bueno, en realidad mi granja está muy cerca de la de ellos. Con gusto la acompañaría hasta allá pero no puedo acompañarla a lo largo de todo el camino llevando conmigo todas estas cosas que compré.

La viejecita le dice:
-- ¿Por qué no pone la lata de pintura en el balde, agarra el balde con una mano, se pone un pollo debajo de cada brazo y lleva el cordero con la otra mano?
-- '¿Sabe que tiene razón?', le contesta el hombre, y empiezan a caminar.

A los cinco minutos, el hombre le dice:
- Agarremos un atajo que pasa por ese monte. Así nos ahorramos un montón de camino.

La viejecita lo mira cautelosamente y le dice:
-- Yo soy una viuda solitaria, sin marido que me defienda. ¿Cómo sé que usted, cuando entremos al monte, no me va a poner contra un árbol y me va a violar?
El hombre le contesta:
-- ¡¡Dios santo, señora!! Estoy cargando un balde, una lata de 5 litros de pintura, dos pollos y un cuarto de cordero. ¿Me quiere decir cómo hago yo para ponerla contra un árbol y violarla?

A lo que la viejecita responde:
-- Ponga el cordero en el suelo, tápelo con el balde, ponga la pintura encima del balde y yo le sostengo los pollos.

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