Con toda mi comprensión, no creo que la solución a que esté ardiendo una
casa sea quemar el barrio o la ciudad enteros. Las "soluciones"
globales y drásticas nunca solucionaron nada en toda la Historia de este
planeta. Las auténticas soluciones son trabajar sobre problemas concretos que
se vayan detectando en "el sistema", después de haber revisado,
mejorado y robustecido los mecanismos y procedimientos de control cuando y en
cuanto sea necesario; y no es fácil, ya lo sé, pero tirarlo todo abajo y
empezar desde cero, como parece derivarse de tu planteamiento ni es más fácil
(todo lo contrario) ni creo que llegue si es que llegara a largo (larguísimo,
probablemente) plazo, a un lugar mejor que el que tenemos; o que hemos tenido
al menos durante bastantes de los últimos años, a pesar de todo.
¿Hacemos una revolución a sangre y fuego? ¿mandamos a la guillotina, como
en la Revolución Francesa, a todos los políticos, miembros de partidos
políticos, jueces a priori catalogados de corruptos, amiguetes y advenedizos de
todos ellos,........? Y una vez hayamos "depurado el ambiente",
¿empezamos a votar a un presidente y un equipo de gobierno, elegidos todos uno
a uno, con nombres y apellidos y por votación directa de los ciudadanos?
Tampoco veo realista la supresión del sistema representativo basado en
partidos políticos, porque ¿cómo materializamos EN LA PRÁCTICA esa elección y
designación por sufragio universal del presidente que nos has dicho alguna vez?
Aún más: supongámoslo ya elegido, necesita un equipo amplio de trabajo, un
Estado tiene problemas estructurales siempre, aparte de los coyunturales y de
la gestión "rutinaria" que no puede abordar el presidente electo ni
sólo ni con una docena de colaboradores añadidos que cada uno vaya
ideológicamente por libre como ocurriría seguro. Una cosa es decir que los
ministerios y la Administración están sobredimensionados (en lo que estoy de
acuerdo), y otra muy distinta decir que no hacen falta ministerios.
Siendo eso
así, ¿cómo se eligen esos equipos, también por sufragio universal de todos y
cada uno? ¿y se van a "amar locamente" unos a otros los elegidos y
van a colaborar leal y eficazmente? ¿Qué control tendrá el presidente electo
sobre toda esa gente que le han "impuesto" los ciudadanos y que
probablemente en muchos casos serían incapaces o carecerían de la voluntad (por
falta de afinidad ideológica o de criterios con el presidente) de llevar a cabo
los planes y los esquemas de trabajo de éste? Con seguridad que eso sería el
ejército de Pancho Villa, con efectos desastrosos; mucho peor el remedio que la
enfermedad.
Y eso sin hablar de si los poderes fácticos y los "lobbies" (que
están y seguirán estando, porque una sociedad viva y compleja es un eterno
juego de muchas fuerzas con intereses muchas veces contrapuestos) le harán la
vida fácil al nuevo presidente y "su equipo"......que equivale a
decir que nos la hagan fácil, amable y productiva a todos nosotros.
Por muy justificada que pueda estar una visión pesimista de lo que tenemos,
hay que "aguantar el tirón" y tratar de buscar "parches"
(por mal que te suene, que sé que te va a sonar) y esbozar soluciones realistas
y tratar de empujar para materializarlas. Yo veo ABSOLUTAMENTE inviable un
sistema democrático que prescinda de la representación del pueblo mediante
partidos políticos, y me parece que la alternativa es un sistema
presidencialista o incluso autoritario/ dictatorial que muchas veces ha
demostrado ser aún peor y otras, aun habiendo sido globalmente bueno, ha estado
siempre mal visto, sometido a ataques desde dentro y desde fuera y que, en
definitiva carece por definición de flexibilidad para poder "jugar"
con todos los tipos de intereses y tendencias, y que se verá o presentará
siempre por sus detractores como el colmo de todos los males. Y el régimen de
Franco, que tú como yo has conocido en primera persona, es un ejemplo
paradigmático de esto que digo.
En este confinamiento me he leído "Sapiens" de Yuval Noah Harari,
y recomiendo vivamente lo leáis a los que aún no lo hayáis hecho. Ayuda mucho a
entender la evolución de las sociedades humanas desde nuestros ancestros más
primitivos a las sociedades complejas actuales. Es muy ilustrativo su concepto
de lo que él llama "los mitos", como ideas (¿ideologías, religiones?)
de unión entre los miembros del grupo humano; ideas que
"objetivamente" pueden ser semifalsas o falsas del todo, pero que,
convertidas en "verdades intersubjetivas" (otro concepto muy
interesante como "tercera vía" a medio camino entre "lo
objetivo" y "lo subjetivo") se convierten en poderosas
herramientas de cohesión y colaboración entre los miembros de la comunidad. Sin
la creación de "mitos", ninguna sociedad humana habría jamás superado
la cifra de unos pocos miles de miembros. Sin la generalización a escala de
grandes territorios y hasta global de ciertos "mitos" (como el dinero
o la democracia representativa) esas miles de sociedades minoritarias, cada una
con sus propios mitos, estarían muy a menudo en conflicto entre sí, y hubiera
sido impensable el desarrollo humano que, con todos los defectos que tiene y
que se le quieran atribuir, ha sido capaz de alcanzar la humanidad.
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