Soy diputado del Congreso.
Y si falto a las sesiones.
Ni se advierte ni se nota.
Solamente necesito acudir cuando se vota.
Que los diputados somos.
Ovejitas de un rebaño.
Para votar lo que digan.
Y dormir en el escaño.
En serio, mamita mía.
Yo no sé por qué te inquietas.
Si por ser culiparlante.
Cobro mi sueldo y dietas.
Lo único que preciso.
De verdad, mamá no insistas.
Es conseguir otra vez.
Que me pongan en las listas.
Hacer la pelota al líder.
Ser sumiso, ser amable.
Aplaudirle, por supuesto.
Cuando en la tribuna hable.
Y es que ser parlamentario.
Fatiga mucho y amuerma.
Por eso estoy tan molido.
¡Déjame, mamá, que duerma!
Bueno, te dejo, hijo mío.
Perdóname, lo lamento.
¡Yo no sabía el estrés
que produce el Parlamento!
lunes, 16 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)