Las personas nacidas en la década de 1940 en Suecia son un
grupo creciente de consumidores que gozan de un buen nivel económico, y cuyas
preferencias y hábitos son más cosmopolitas que los de generaciones anteriores.
Muchos de ellos han decidido emigrar al sur de Europa para vivir su jubilación
en un clima más propicio y agradable que el de su país, y España es uno de los
destinos preferidos. Y no solo por el sol, sino por las redes que tejen aquí y
por la existencia de mano de obra barata en el sector de los cuidados que les
permite estar bien atendidos a un precio que pueden pagar. El artículo
'Multiplex Migration and Aspects of Precarization: Swedish Retirement Migrants
to Spain and their Service Providers', realizado por Anna Gavanas (Linköping
University, Suecia) e Inés Calzada (CSIC, España), analiza la situación de
estos llamados emigrantes jubilados internacionales (en inglés en el original,
International Retirement Migrants, IRM) en nuestro país, comparándolos con las
personas que les atienden.
En España confluyen dos conjuntos de actores de distintas
nacionalidades con muy diferentes niveles socioeconómicos y contextos de
procedencia: los IRM, la mayoría de los cuales han abandonado el mercado de
trabajo y que provienen de una estructura de clase industrial amparada por el
Estado de bienestar sueco; y los proveedores de servicios que operan formal e
informalmente en el mercado de trabajo español, con una provisión de bienestar
relativamente baja y una economía de servicios que se caracteriza por un alto
nivel de precariedad.
Para el estudio se entrevistó a 80 suecos, 120 trabajadores
o empresarios y 20 expertos de la costa sur de España y de las Islas Canarias,
con el objetivo de abarcar la gran diversidad en las condiciones económicas y
personales de los migrantes económicos, cuyo contacto establecieron a través de
autoridades locales, asociaciones y empresas, redes de centros sociales, tales
como la Iglesia de Suecia, e incluso transeúntes entrevistados en las zonas
residenciales y cafeterías de las distintas ciudades.
La mayoría de los IRM, asegura el estudio, se encuentran
registrados como residentes en Suecia, donde desde 2007 disponen de deducciones
fiscales para los servicios domésticos que reciben en España y que son muy
populares entre los ancianos nórdicos. Sin embargo, los bajos niveles
salariales en España, junto con los servicios domésticos informales accesibles
y de bajo coste, hacen que rara vez consideren que vale la pena utilizar los
servicios legales y prefieran lo informal.
Hay alrededor de 90.000 ciudadanos suecos que viven en
España, y el número está aumentado, especialmente porque la generación nacida
en la década de 1940 ya se ha jubilado. De acuerdo con las cifras de 2013 del
Instituto Español de Estadística (INE), la costa sur de España peninsular y las
Islas Canarias son los destinos más populares para los suecos junto con
Alicante. Sin embargo, estas cifras son simples estimaciones, ya que los IRM tienden
a permanecer en España por temporadas, y quienes viven en nuestro país durante
menos de seis meses al año no se registran como residentes.
Entre los entrevistados, hubo inmigrantes suecos que poseían
varias casas, algunas de ellas en urbanizaciones que incluyen jardinería,
limpieza, reparaciones, mantenimiento y demás servicios, y en que la mayoría de
sus habitantes son europeos del norte. También hubo IRM que vivían en
apartamentos (comprados o alquilados) y otros cuya residencia eran caravanas de
'camping' o simplemente la playa. Algunos IRM viajaban libremente entre sus
residencias sueca y española, mientras que otros solo tienen una casa, la de
España, y otros no pueden permitirse el lujo de volver a su país de origen. Hay
IRM, especialmente las viudas y los solteros con bajos ingresos, que quieren
cumplir aquí con su ideal de envejecimiento activo, independiente y móvil, y
que luchan por conseguirlo proporcionando servicios informales a otros IRM.
¿Por qué vienen a España unos y otros? Según Calzada y
Gavanas, porque la informalización, la precarización y los bajos salarios de
nuestro mercado de trabajo les permiten llenar los huecos que deja el Estado de
bienestar sueco. A pesar de las posibilidades de libre circulación dentro de
Europa y de las estrategias de migración, las desigualdades sustanciales, entre
países y dentro de cada uno de ellos, continúan sin tener respuesta. Las
condiciones de trabajo asimétricas han aumentado y las posibilidades de un
retiro activo e independiente se han polarizado, y más aún en el sur, con las
medidas de austeridad impuestas con la crisis.
Las aspiraciones de los IRM, asegura el estudio, están
enmarcadas en las condiciones de un mercado de trabajo globalizado e
informalizado en el que domina la precariedad. La relación entre los migrantes
económicos y los trabajadores y emprendedores que les prestan servicio está
basada en la ausencia de derechos sociales y en la falta de acceso a
prestaciones del Estado del bienestar, así como en las altas tasas de desempleo
y los bajos salarios. Estos inmigrantes pueden vivir mejor en España gracias a
este reparto, mientras que tendrían que afrontar dificultades financieras y
sociales si su residencia fuera Suecia.
Más allá de los resultados del estudio, hay que entender el
contexto globalizado en el que se desarrolla este nuevo turismo. Personas con
un nivel adquisitivo alto o medio del norte de Europa pueden gozar en España de
un buen nivel de vida, ya que los salarios más bajos que pagan en España les
permiten acceder a mejores servicios; incluso algunos de ellos encuentran aquí
una forma de ganar su sustento que no encontrarían en Suecia. Lo cual define un
movimiento peculiar propio de esta época: del mismo modo que se pueden
contratar inmigrantes cuando escasea la mano de obra en un país o se precisa
que esta sea más barata, también se pueden exportar nacionales a lugares en los
que tendrán un mejor nivel de vida y supondrán menos coste a sus estados de
origen.
Cuando dicen que España puede ser el sanatorio de Europa,
también quieren decir que nos haremos cargo gracias a la mano de obra barata de
los servicios de bienestar que los países de origen no pueden o no quieren
pagar. España es un destino preferido de los suecos, precisamente porque,
además del clima, posee el tipo de trabajadores que pueden competir con otros
países a la hora de facilitar este tipo de prestaciones: España es un mundo
'low cost' para que los países del norte se ahorren costes públicos gracias a
nuestra economía precaria e informal.