Lo que voy a compartir con vosotros no es de mi cosecha, sino
de un periodista llamado Juan Carlos Escudier. Es de letras pero ama la física.
Todos recordamos las tres leyes de Isaac Newton que pusieron
orden en el movimiento atendiendo a sus causas. Esas tres leyes también se
pueden aplicar a estas últimas elecciones para entender sus resultados.
La primera ley de Newton se la conoce como ley de la inercia.
Afirma que un objeto en movimiento no se frena de manera espontánea, sino que
precisa que se aplique sobre él una fuerza que le obligue a ello. De la misma
manera, es imposible abandonar el estado de reposo o de letargo sin el empuje
adecuado. Es la que explica que Feijóo y Urkullu hayan revalidado holgadamente
sus mayorías ante la ausencia de otros proyectos que se les opusiesen, o que el
PSOE haya sido incapaz de salir del pozo en el que cayó y al que parece haberse
habituado hasta el punto de ponerle cortinas.
"Hemos consolidado un camino
de largo recorrido que emprendimos hace seis años", explicaba su candidata
en el País Vasco, Idoia Mendia.
La segunda ley de Newton o principio fundamental que establece
que el cambio de movimiento o aceleración que experimenta un cuerpo es
proporcional a la fuerza que se le administra. Una de las aplicaciones más evidentes
de este principio es la caída libre, con aceleración de 9,8 m/s^2, que es la
que experimenta un partido como Podemos cuando, gracias a su guerra interna
permanente, ve pasar a cuatro secretarios generales en cinco años en el País
Vasco, o renuncia incluso a articularse como partido, tal es el caso de Galicia
donde desde ayer es una fuerza extraparlamentaria. Por eso de que a la fuerza
ahorcan ha dicho Pablo Iglesias que les toca "aprender de los
errores" que "sin duda" han cometido.
Pero vayamos a la tercera de las leyes del padre de la física
clásica, también conocida como principio de acción y reacción. Literalmente,
reza así: con toda acción ocurre siempre una reacción contraria, que tendría
que ser igual pero que a veces es muy superior. Se entiende mejor con un
ejemplo práctico. Un líder inconmensurable como Pablo Casado decide fumigarse
por floja a la dirección de su partido en el País Vasco para colocar en su
lugar a un candidato del Cretácico Superior como muro de hormigón contra el
independentismo y reclamo para la ultraderecha local (acción). Pues bien, pese
a su intento de propulsar el muro con todas sus fuerzas (coalición con
Ciudadanos), éste, lejos de avanzar, retrocede estrepitosamente (reacción).
¿Efectos? Líder amortizado y Vox con escaño; dicho de otra manera, un pan con
unas hostias.
Pero no todo han sido confirmaciones de las leyes de Newton.
Estas elecciones han puesto en cuestión principios que se creían muy asentados,
como el de los vasos comunicantes, ese que tan útil resultó a los romanos en su
sistema de acueductos. Hubiese sido de esperar, por tanto que los socialistas
recibieran en sus cisternas el aporte de la sangría de Podemos, algo que no ha
ocurrido. ¿Qué demuestra? Pues que los electores entienden que los postulados
de izquierdas en ambos territorios se defienden mejor desde posiciones
nacionalistas como las del BNG o abiertamente independentistas como las de
Bildu. El mundo de los trasvases es apasionante.
La última enseñanza tiene que ver con Ciudadanos y la física
cuántica y la demostración empírica de que la nada o el vacío no existe. En
cualquier momento, algo puede aparecer de ella y recibir masa, si cumple la
indeterminación de Heisenberg. Los de Arrimadas eran en Euskadi el vacío más
absoluto y hoy gracias a la indeterminación del PP tienen, como Vox,
representación en el Parlamento vasco. No hacía falta ningún colisionador de
hadrones para probarlo. Ahí donde le ven, Casado es el verdadero campo de
Higgs.