Bueno, lo que tenía que suceder sucedió, aún a pesar de
disimular las derrotas electorales, más que disimular ignorarlas directamente,
Pedro Sánchez finalmente dimitió, algo que debiera haber hecho en las primeras
elecciones generales de Diciembre'2015, o ya sin mayor dilación en las de
Junio'2016.
El espectáculo ha sido bochornoso, por cómo se han sucedido
los acontecimientos y por el mal entendido numantinismo de los llamados
"sector Pedrista", que según parece así lo relatan los que lo han
vivido intentó a última hora poner una urna semiescondida, sin interventor, sin
censo, en definitiva sin control alguno.
De momento el Partido queda en manos de una Gestora,
presidida por una persona que goza del respeto de una inmensa mayoría (unos y
otros), una persona de prestigio indiscutible, Javier Fernández, que llevará
las riendas en los próximos tiempos.
Pero está claro, se pudo sospechar desde el primer momento,
a poco que pueda, está por ver si podrá, Pedro Sánchez y sus fieles volverán, y
volverán para "rematar" al Partido en nombre de la militancia, esa
militancia cada vez menor en número y cada vez más radicalizada que acabará por
ahuyentar a los votantes, sin reparar en que estos últimos son los verdaderos
artífices del otorgamiento del poder político.
Me atrevo a titular "God save the PSOE" porque ni
Pedro Sánchez ni César Luena (quizá no tanto Antonio Hernando), han demostrado
sobradamente que les importa un higo todo aquello que se interponga en sus
ambiciones personales, tiempo al tiempo.
Hay que reconocer eso sí que tanto la despedida dentro de
Ferraz, como la posterior ante los medios informativos, de Pedro Sánchez, fue
elegante, humilde y apelando al sentimiento, toda la elegancia, humildad y
sentimiento que le faltó cuando pronunció un frase que pasará a la posteridad
... ¡hemos hecho historia!