Mouseland era un lugar donde todos los ratoncitos
vivían y jugaban, donde nacían y morían. Y ellos vivían de la misma manera que
tú y yo lo hacemos. Incluso tenían un parlamento y cada cuatro años tenían
elecciones. Caminaban rumbo a las urnas y votaban. Algunos hasta obtenían
alguna ventaja, una ventaja que recibían cada cuatro años, como es lo normal.
Tal como nos pasa a ti y a mí.
Y cada día de elecciones todos los ratoncitos acostumbraban
a ir a las urnas y elegían un gobierno. Un gobierno formado por enormes y
gordos gatos negros. Ahora bien, si pensáis que es extraño el elegir gatos
siendo ratones, solo hace falta mirar nuestra propia historia de cargos
públicos corruptos en los últimos años y que no han devuelto ni un céntimo. Es
por ello que te darás cuenta que ellos -los ratones- no son más estúpidos que
nosotros.
No estoy diciendo nada en contra de los gatos, ellos eran
buenos compañeros, conducían el gobierno dignamente, elaboraban buenas leyes,
es decir, leyes buenas para los gatos. Y estas leyes que eran buenas para los
gatos, no eran muy favorables para los ratones.
Una de las leyes decía, que la entrada a la ratonera debía
ser tan grande como para que un gato pudiera meter su pata en ella. Otra ley decía,
que los ratones solo podían moverse a ciertas velocidades, para que el gato
consiguiera desayuno sin realizar mucho esfuerzo físico. Aforamientos,
prebendas, puertas giratorias,... ¿os suena?
Todas estas leyes, eran buenas para los gatos, aunque para los
ratones eran bastante duras. Y cuando los ratones lo tuvieron más y más
difícil, y se cansaron de aguantar, dijeron
hacer algo al respecto. Entonces, fueron en masa a las urnas, votaron
contra los gatos negros y eligieron gatos blancos.
Los gatos blancos lanzaron una campaña genial, dijeron:
“todo lo que necesita Mouseland, es una visión de futuro”, y terminaron
prometiendo “el problema de Mouseland, son las entradas redondas de las
ratoneras, si ustedes nos eligen, las construiremos cuadradas”. Y lo hicieron,
las entradas cuadradas eran el doble de las redondas, ahora el gato podía meter
las dos patas y la vida para los ratones, se tornó más complicada.
Y cuando no pudieron soportarlo más, votaron contra los
gatos blancos y pusieron a los negros de nuevo. Para luego regresar a los
blancos y de ahí a los negros otra vez. Incluso trataron con gatos mitad negro,
mitad blanco y lo llamaron coalición -pactos de la Moncloa, bipartidismo, ...
En su desesperación, intentaron dar el gobierno a gatos con
manchas, eran gatos que intentaban sonar como ratones pero comían como gatos.
Verán amigos míos, el problema no estaba en el color de los gatos, el problema
estaba en que eran gatos. Y como son gatos, naturalmente miraban por sus
intereses de gato y no de ratones.
Finalmente, llegó desde lejos un ratoncito quién tuvo una
idea. Mis amigos, atentos a las palabras del humilde compañero, el ratón les
dijo: “miren, compañeros ¿porqué seguimos eligiendo un gobierno hecho por
gatos?, ¿porqué no elegimos un gobierno de ratones?”…
“OHHH” dijeron… “es un COMUNISTA”, así que lo metieron en la
cárcel."