Frederic Bastiat (economista francés del siglo XIX) sostenía que la justicia y el mercado son la llave para alcanzar la prosperidad y la riqueza. Cuando los tribunales doblan el espinazo del derecho y avalan los expolios y las corruptelas, la sociedad entra en quiebra. Junto a la ruina vendrá el caos y, con él, sus acólitos: la tiranía y la miseria. Es obvio que las leyes constituyen la argamasa de un pueblo, «aunque -señala «monsieur» Bastiat-, si ocurre que la ley y la moral se contradicen reiteradamente, el ciudadano ha de elegir a qué carta se queda: o hace caso omiso a las normas morales, o le pierde el respeto a las leyes». Siniestra encrucijada, por supuesto. Al Sultán de Occidente (Zapatero I), le vendría de perlas echarle una pensada a la sentencia en lugar de seguir echando pienso en el pesebre de los memos.
Interpretar que "pesebre de los memos" son las otrora poderosas y prestigiosas entidades financieras norteamericanas convertidas en chiringuitos en quiebra por obra y gracia de la codicia y el descontrol de sus gestores (sin olvidar la escasa sensatez de muchos de sus clientes a la hora de endeudarse por encima de sus posibilidades), y el "pienso" son los 700.000 millones de dólares del Tesoro público de los EEUU para salvar de la quema a tales entidades, sufragando, con parte de esa cantidad (¡manda huevos!), las multimillonarias indemnizaciones por despido de los ya de por sí multimillonarios directivos de esas entidades que ellos mismos han llevado a la bancarrota.
viernes, 10 de octubre de 2008
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