Los que hemos trabajado
con la telefonía, y nos hemos metidos en
sus entretelas, hemos visto cómo se
produce la voz , y como viaja por el intricado
laberinto de centrales, por sus líneas y autopistas salvando, malos
aislamientos, heladas y desvanecimientos,
diafonías, atenuaciones y distorsiones, con un variado coctel de tecnologías, cada una con sus
inevitables problemas técnicos y
administrativos y productivos ,y donde cada cual ha contribuido es su parcela a que 2 o más personas se comunicasen
a la vez, no podemos por menos ,que
quedarnos un tanto perplejos,
cuando vemos noticias como estas de que casi el 100% de
españoles prefiere el whatsapp al teléfono, o sea que prefieren
teclear en vez de hablar.
Sabemos que antes fue el telégrafo donde se tecleaba para comunicarse ,y después
vino el teléfono como un avance al
transmitir la palabra hablada , ¿cómo es posible que después de conseguir ese avance, volvamos de nuevo a teclear para comunicarnos,
cuando la tarifa es plana? Pareciera
que fuéramos hacia atrás, en vez de
hacia delante, o que realmente el sistema nos ha vuelto así, ha mercantilizado
la psique, ha hecho que el tiempo es oro y que no podamos dejarnos hablar, so
pena de perder el tiempo, o bien
respetamos en demasía el tiempo de los demás, o tal vez no queremos
hablar , y entonces enviamos
mensajes, un proceso que es más concreto pero nos lleva más tiempo.
En principio no hay por
qué creerse esas cifras ,pues algunos que
aún estamos calibrando sus ventajas
e inconvenientes, y uno de ellos ,sin duda es la falta de libertad, porque
se pierde la intimidad, condición
indispensable para ejercerla, visto los avances en aplicaciones que te pueden
trazar todos los sitios por donde te
has desplazado ,con lo que en algún
momento puede que te salga en alguna
pantalla , nada más entrar en la tienda, un anuncio personalizado con una oferta de jamón de
bellota que no puedas rechazar ,porque saben que has entrado tú y que te gusta
ese tipo de jamón.
Donde señala quienes son los nuevos amos, y conocer algunas
causas del por qué tu hijo, nieto o algún
familiar no encuentra trabajo, o bien es
especialmente esclarecedor el capítulo de la evasión fiscal donde uno se puede
enterar de que somos nosotros en la práctica
los que estamos alimentando los paraísos
fiscales, en la medida en que no exigimos su eliminación, y que a la
postre compramos los productos y
servicios que nos ofrecen esas compañías, que están metidas en las guaridas de la evasión fiscal.
Ya no es tanto que no paguen impuestos y que tengan enormes cantidades de dinero en esos paraísos
fiscales, sino que al retirarlo del circuito convencional de la economía ese dinero es como el engrase y por tanto no contribuye a que gire la rueda
de la economía ,generando más trabajo, ni tampoco a generar más inversión, y si alguno lo hace ,con inversiones de esas nuevas compañías
(sucursales de los nuevos amos) que se
financian desde esos paraísos , es para precarizar más otros puestos existentes, como está pasando
en el transporte colaborativo.