Lo que está aflorando y poniéndose de manifiesto con esta
crisis, según mi criterio, que todos los ciudadanos deberíamos ver y sobre todo
los dirigentes políticos, que posiblemente ya lo han visto, pero que
difícilmente harán algo para que no se vuelva a repetir. Es la dificultad del
Gobierno central para poder actuar en la sanidad pública, en una pandemia como
la del coronavirus, si no es promulgando el Estado de Alarma e intentándolo
prolongar el máximo tiempo posible, es la única forma que tiene para poder
controlar algo la sanidad pública en todo el Estado, en esta materia
prácticamente todas las competencias están transferidas a las Autonomías.
Siempre se ha dicho que la Cartera Ministerial de la Sanidad Pública tiene muy
poco presupuesto y que prácticamente sobra en el Gobierno central.
En el Estado de las Autonomías la única función que le queda
al Gobierno central, en esta y en otras competencias, es la de hacer de
intermediario, entre los ingresos públicos que recauda y las Comunidades
Autonómicas, que son quienes realmente lo gastan, como es el caso de la sanidad
pública, que esta transferida y comprometida con las Autonomías. De ahí que
este Gobierno quiera prolongar al máximo posible el Estado de Alarma. Y los
partidos políticos partidarios de las Autonomías lo sigan respaldando
conscientes del problema, que se esconde, para que no se vea el desbarajuste y
falta de coordinación de un Estado que tiene transferida todas las
competencias, en esta materia, a las Autonomías y que en una crisis como la
pandemia del coronavirus es incapaz de actuar si no es promulgando el Estado de
Alarma en todo el País. Siendo en definitiva el Gobierno del Estado el
principal y ultimo responsable de la sanidad ante los ciudadanos de toda la
Nación y de la UE.
Lo que menos le importa al Gobierno y algunos partidos
políticos son los sacrificios que están sufriendo los ciudadanos, los muertos,
el confinamiento y la supresión de derechos y libertades de los ciudadanos. Lo
que más le inquieta al Gobierno, sin ninguna duda, es la crisis económica que
se les está echando encima por sus repercusiones sociopolíticas, y a los
partidos que últimamente lo respaldan o se abstienen para renovar el Estado de
Alarma, incluidos los del Gobierno, es demás de la crisis económica, también la
del Estado Autonómico que tanto defienden, pero que en este caso debido a la
crisis de la pandemia del coronavirus se pone claramente de manifiesto su
efectividad o la propia existencia de este sistema político, que para muchos de
ellos es su medio de vida.
Con la práctica totalidad de las competencias del Estado
transferidas a las Comunidades Autonómicas, aunque siempre habrá quien quiera
más como los nacionalistas, que quieren la autodeterminación o el
independentismo. El Estado se ha convertido en un Estado residual, sin
contenido, transferido, inviable, sin capacidad para abordar los grandes
problemas de la sociedad, educativos, o como ahora sanitarios y económicos. Un
Estado sin espacio jurídico y económico unitario, cada autonomía tiene su
propia legislación, incluso algunas su propia lengua vehicular, por encima del
idioma común El Español o Castellano, obligatoria en todas las transacciones y
como requisito fundamental para alcanzar un puesto en esa administración, lo
que dificulta en muchos casos la libre circulación de los ciudadanos y las
empresas, para colocarse, creara trabajo y riqueza.
El Estado ha perdido, gracias a los distintos y sucesivos
gobiernos del PSOE y PP, desde la transición, la capacidad de articular
políticas comunes que potencien el mercado interior, solo sirve para hacer de
intermediario entre los ingresos públicos que recauda y las Comunidades
Autonómicas que lo gastan, pues prácticamente todas las competencias del Estado
las han transferido.
Por tanto, el gran problema no es esta crisis o, el gobierno
de turno que también lo es, y que a buen seguro otro hubiera hecho poco más o
menos lo mismo, El verdadero y más grande problema que tenemos en España es el
Sistema. El Sistema político que da cavidad y ampara a las Autonomías, la falta
de representación de los ciudadanos, ahora tutelados por los partidos políticos
y, la separación de poderes que brilla por su ausencia. En una palabra, la
falta de transparencia y democracia real o verdadera que no hemos tenido nunca
en España, y así nos va.