La información que generamos cada día no deja de crecer (se
espera que para 2020 existan 44 billones de gigabytes almacenados en la red), y
encontrar maneras más eficientes y económicas para guardarlos es siempre un
objetivo de muchos investigadores. Una nueva técnica desarrollada en la
Universidad de Washington nos muestra lo que en el futuro almacenar datos en
ADN humano puede ser una gran ayuda, o un sistema superior a lo que conocemos
hasta ahora.
El equipo, formado por ingenieros eléctricos e informáticos
ha mostrado cómo han logrado codificar, almacenar y recuperar datos digitales
en moléculas de ADN, que según ellos puede contener cantidades de datos
exponencialmente mayores a las tecnologías tradicionales de almacenamiento,
como discos duros o memorias de estado sólido. En el experimento presentado, el
equipo consiguió codificar datos procedentes de cuatro imágenes en las
secuencias nucleotídicas de fragmentos sintéticos de ADN. Lo mejor, y el hito
real, es que pudieron reconstruir y recuperar los datos sin que en el proceso
se perdiera nada de información.
Según Luis Ceze, coautor de la investigación, lo que ellos
están llevando a cabo es una reconversión de las funciones del ADN, en tanto
que de por sí almacena toda la información sobre nuestros genes y su
funcionamiento. El objetivo es hacer que, además de con esa función, también
cumpla con el almacenamiento de datos digitales como documentos, imágenes o
vídeos. Y según están viendo en sus experimentos, es posible. El ADN aporta,
además, un factor clave frente a todos los métodos que utilizamos ahora: tiene
una durabilidad de siglos, al menos en el estado en que se encontraba hasta
ahora en la naturaleza.
Aunque el proceso es largo y costoso, la durabilidad del ADN
puede tener gran importancia para almacenar algunos datos. Eso sí, también
reconocen que, si bien como sistema de archivo puede resultar tremendamente
útil, que llegue a ser utilizado para necesidades de consulta y escritura
inmediata es algo muy distinto. Para conseguir llevar los 0 y 1 de la
información hacia la adenina, guanina, citosina y la timina, la clave está en
llevar a cabo un proceso muy denso que reduzca el número de errores. Los datos
son divididos en "piezas" minúsculas y almacenados sintetizando un
gran número de moléculas de ADN. Para acceder a la información guardada,
utilizan PCR (Reacción en cadena de la polimerasa), que ayuda a identificar la
información guardada con "marcadores". Más tarde, con técnicas de
secuenciación de ADN, se logra reconvertir a los formatos originales.
Como el lector puede imaginar, lo más problemático del
proceso es el tiempo que se necesita emplear para llevar a cabo estos cambios,
además del no menos importante asunto económico. En cualquier caso, para información
muy necesaria o sensible, la posibilidad de almacenar datos en ADN puede ser
una gran noticia.