Las líneas rojas, lógicamente, se cruzan solo después de haber
cruzado antes otras de otros colores, y cada línea "naranja" que se
cruza, va proporcionando impunidad para ir cruzando las siguientes, de tal
forma que cuando se llega a la primera línea roja, ya hay precedentes que
facilitan su cruce, de esta forma, si se llega a cruzar esa primera línea roja
sin contratiempos, ya no habrá forma de impedir que se sigan cruzando otras y
llega el momento de no retorno.
Si nos atenemos a lo
que en más de una ocasión los propios venezolanos nos han advertido sobre como
en su país se fue desarrollando la implantación de la dictadura chavista,
(camuflada de democracia) que entre otras cosas empezó por cambiar algunas
leyes "menores" otras con redacciones confusas sujetas a posibles
diversas interpretaciones, pero que le iban proporcionando impunidad ante
futuros desmanes. Creo que es fácil encontrar la similitud entre el proceso que
describen y sobre el que nos advierten, con lo que se está produciendo en
España desde la llegada de este gobierno multicéfalo, y que, no nos engañemos,
a Pedro Sánchez no le está obligando nadie a llevar a cabo, siempre ha entrado
dentro de su ideario como buen discípulo de su mentor, el nefasto Zapatero.
Lo realmente
lamentable y triste, según no pocos lo vemos, es que parece que solo una parte
de la población (ignoro cuanta) parece estar dándose cuenta. Hay otra parte que
incomprensiblemente cegada por el empecinamiento de defender una ideología anti
....no sé qué, porque perece que estén contra fantasmas del pasado que ellos
mismos han resucitado, y contra un estado de bienestar que aunque imperfecto
está demostrado que es infinitamente mejor que lo de Venezuela y sobre el que
caben formas pacíficas de correcciones desde las instituciones, siguen tragando
todo tipo de desprecios, mentiras, y fraudes programáticos y apoyando a un
presidente que sale muchas veces en televisión, pero que ha cerrado todas las
puertas a la transparencia de su gestión..
Finalmente hay otra
parte no menos importante que se ha encontrado con todo al alcance de la mano,
que se sabe con derecho a todo sin haber tenido que esforzarse por conseguirlo
y que por inercia "pasa de todo".
Por desgracia, entre
la propia clase política, tampoco parece que tengan mayores intereses por la
ciudadanía más allá de intentar conseguir cada cual su cuota de poder a través
de la recolección de votos, pero sin interés, aparentemente, por asegurar un
futuro lo más próspero posible, sin hipotecas para de por vida, y sobre todo y
más importante sin revueltas y con paz civil.
Tampoco se libran,
según mi criterio, el resto de poderes, que viendo cómo se les está colonizando
siguen con la cabeza baja temerosos de decir alguna palabra u opinión que
provoque su defenestración, cumpliendo sin rechistar, con la excusa del
cumplimiento del deber, órdenes que en algunas ocasiones sería bastante
discutible que no estén al borde de la ilegalidad.
De los medios de comunicación, mejor ni hablamos, mientras su
existencia dependa de las ayudas y subvenciones estatales, salvo honrosas
excepciones poco significativas, siempre servirán a "su señor".
Solo el tiempo aclarará si los unos son
alarmistas o si llegará un momento en el que el proceso sea irreversible y
tengamos que lamentar no haber hecho nada cuando aún estábamos a tiempo.