Partiendo de la base de que en el actual régimen de partidos que
tenemos, todos son intereses de partido, demagogia y mentira. No me extraña
nada lo que haga o pueda hacer cualquier partido político ya sea en el gobierno
o en la oposición, aunque por eso no me deja de dar coraje y algo de
frustración, cuando como acaba de hacer el recién estrenado gobierno
socialista, levantando el control financiero a la Generalitat de Catalunya por
el Estado; algo que sin duda facilita y da más alas a los separatistas, pero
que de alguna manera, el actual gobierno socialista, tendrá que ir pagando el
voto que recibieron de ellos en la moción de censura y les alzo al poder, que
en definitiva es lo que está en juego y lo que interesa. Al margen de los
ciudadanos de la democracia y de España.
Todo es demagogia, en la clase política, en los medios de
comunicación, y en los que defienden el régimen de partidos que tenemos para
beneficiarse de alguna manera viviendo del Estado o para destruirlo como
quieren los nacionalistas, sin hacer más méritos que el de militar en un
partido político, engañar, mentir o como servidumbre política de sus
dirigentes. También hay otros que bien por ignorancia, cierta comodidad, miedo
a lo desconocido o a perder su actual estatus social, prefieren o quieren que
todo siga igual, haciendo el juego y colaborando con los partidos políticos de
uno u otro signo.
No hay moralidad política y como consecuencia la sociedad se está
contaminando. En España no hay democracia formal, lo que hay es un amago de
democracia, una democracia aparente, que otorga libertades individuales,
libertades que más bien son derechos de los ciudadanos, pero no libertad
política para elegir a nuestro presidente de gobierno, ni a nuestros
representantes en el parlamento.
Los intereses en juego en el régimen de partidos que tenemos, se
diga lo que diga, son en primer lugar los intereses de los dirigentes políticos
y luego los de su partido y allegados. Los intereses de España, relacionados
con la supervivencia de la nación, la integridad territorial, la soberanía
nacional, el bienestar de los ciudadanos, la igualdad de la que tanto hablan y
la paz social, que deberían ser prioritarios para cualquier gobernante
democrático. Están en peligro por los nacionalismos separatistas, las
autonomías y el régimen de oligárquico de partidos estatales. Y es que los
problemas que están surgiendo en España con los nacionalismos separatistas y la
corrupción no se pueden solucionar por los mismos que los crearon, la
oligarquía de los partidos políticos que se reparten los poderes del Estado.
Los intereses de partido y de sus oligarcas, incapaces de solucionar estos
conflictos, los acrecientan, debilitan y hacen perder prestigio al Estado. Y si
los españoles no lo remediamos, de alguna manera, terminaran destruyendo
España.
Sería bueno, o más bien necesario, que el pueblo español
despertara de una vez y dejara de hacer la cama a los partidos políticos, que
junto con la monarquía tienen el poder y la soberanía de España. Pues se quiera
o no se quiera, son los culpables de la debilidad, pérdida de energía y
credibilidad del Estado para solucionar los problemas existentes en nuestro
país. Entre otras cosas porque han sido ellos los que los han creado (con las
autonomías) y colaborado por intereses partidistas y de reparto de los poderes
del Estado con los nacionalismos para llegar a donde hemos llegado.
Discutir entre los ciudadanos qué partido político o dirigente
político es más o menos corrupto o embustero, entre quien es más o menos
progresista, de derechas o de izquierdas, quien lo hace mejor o peor en el
gobierno o en la oposición. Cuando todos, dirigentes y partidos, buscan sus
propios intereses personales y partidistas que no tienen que ver nada, ni con
los ciudadanos, ni con la Nación. No me parece nada útil, ni constructivo, es
simplemente entrar en su juego, perder el tiempo, ya demostrado en más de
cuarenta años, que no vamos por buen camino y si queremos hacer algo positivo,
diferente, por nosotros mismos y por los que vienen de tras de nosotros,
tendremos que cambiar de referencia, de paradigma, en este caso de forma de ver
y actuar en la política, en la medida que podamos hacerlo, ya que a todos nos
interesa, por nuestra seguridad, nuestro futuro y bienestar, por la democracia
e incluso por nuestra propia moralidad.
Por lo anteriormente expuesto, pienso que participar en unas
elecciones, votando a una oligarquía de partidos. Donde los ciudadanos son
simples invitados y no los verdaderos protagonistas para elegir a sus
gobernantes y representantes, participando en un sistema viciado, injusto y no
democrático, simplemente para dar legitimidad a los partidos políticos que
junto con la monarquía tienen todo el poder político del Estado. Se está
convirtiendo, al menos bajo mi punto de vista, en una falta de moralidad, por
los ciudadanos, al colaborar con la propia inmoralidad política de los partidos
y/o en una servidumbre voluntaria de estos.
Primero las libertades políticas y una verdadera democracia que no
tenemos, para hacer unas buenas reglas del juego (Constitución) que todo el
mundo respete; que tenga claros elementos para proteger a las minorías, la
democracia y la integridad de España; que incluyan la separación de poderes; la
estructura del Estado, distinta a la que tenemos ahora; una ley electoral justa
y equilibrada, para elegir presidente de gobierno en circunscripción única para
toda España y representantes en el parlamento en circunscripciones aproximadas
de cien mil electores (36. 518.100 electores : 100.000 = 365 diputados
aproximadamente), de forma separada y sin listas de partidos; que cualquier
español pueda presentarse libremente, pertenezca o no pertenezca a ningún
partido político o asociación. Lo primordial es que tengamos libertad política
para elegirlos y deponerlos si se corrompen o incumplen el mandato por el que
han sido elegidos.