Se
dice que el paraguas tiene por lo menos dos mil años de edad, y
para ser honestos, no ha cambiado mucho que digamos. Más allá de las
diferencias en calidad, cualquier tormenta o corriente de viento repentina
puede someter (y hacer trizas) a un paraguas normal… pero no podría
hacer eso con el Air Umbrella. ¿Dónde está el truco? Como lo indica su
nombre, el paraguas es de aire, y genera viento para protegernos de las
gotas.
Al
igual que los pares de medias, el paraguas tiene el curioso hábito de
desaparecer cuando más lo necesitamos. Después está el detalle de recordar
que lo dejamos en casa… momento en el que ya es demasiado tarde, porque
estamos empapados o buscando refugio. A pesar de su aparente complejidad y de algunas ideas curiosas, el paraguas ha mantenido su esencia
original sin alteraciones. Existen evidencias sólidas de que el paraguas lleva
entre nosotros dos mil años como mínimo, y se cree que puede ser más
antiguo aún. ¿Por qué no cambió? Si lo pensamos bien, ¿es necesario cambiar un
diseño que funciona? El paraguas no será del todo eficiente, pero sí es
efectivo, y su durabilidad es razonable. Claro que, existen condiciones que
pueden desafiar fácilmente a ese último punto. Corriente de viento, el paraguas
se da vuelta, mecanismo quebrado, tela arrancada… y a la basura. Ahora,
¿qué tal si ese aspecto fuera solucionado de una vez?
Bienvenidos
al Air Umbrella. Su apariencia puede provocar que la gente lo confunda
con un bastón, una luz de emergencia o un micrófono gigante, pero en realidad,
el Air Umbrella no es otra cosa más que un ventilador de mano, lo
suficientemente poderoso como para generar una corriente de aire que modifique
la trayectoria de las gotas, evitando así que terminemos cubiertos de agua. La
compañía está desarrollando tres modelos diferentes: El primero tiene treinta
centímetros de largo, pesa 500 gramos, y su batería dura quince minutos. Los
otros dos duplican la autonomía de la batería, pero también incrementan el peso
a 800 y 850 gramos, y sólo uno de ellos es extendible.