Acabo de ver en La Sexta un programa sobre la preponderancia
cada vez mayor de los denominados fondos buitre, sus métodos que aprovechan
"la legalidad" en pos de obtener el máximo beneficio, ingeniería
fiscal que no se para ante nada ni ante nadie, desde luego, capitalismo salvaje
de la peor especie.
Todo esto lo sabemos desde hace años, ya bastantes, y de cómo
van "ocupando" diversos estratos de la economía, frecuentemente con
la connivencia de estamentos públicos, el caso de las viviendas sociales en la
Comunidad de Madrid que se vendieron a un fondo de estas características fue el
primero que me asaltó la mente y la dignidad.
Sí, efectivamente, bajo un consistorio del PP y siendo alcaldesa la Sra.
Ana Botella, lo recuerdo perfectamente, pero antes de ese suceso y ya no
digamos posteriormente, en otros lugares y con otras formaciones políticas,
tampoco se han puesto en marcha soluciones que encaucen esta problemática.
¿Puede el poder político controlar los desmanes y sus
consecuencias del capitalismo salvaje?, creo que puede, pero de lo que estoy
seguro es de que debe, al menos intentarlo, siempre siendo consciente de no
caer en la arbitrariedad populista ni en coartar un correcto desarrollo del
libre mercado. Capitalismo liberal,
sí, libre mercado, sí, pero hay sectores de la economía en los que el Estado
(lo gobierne quién lo gobierne) no puede hacer dejación de sus prerrogativas,
cuando el hacerlo implica que el ciudadano del común se queda indefenso ante el
potencial de las corporaciones sin escrúpulos.
Sobre el papel, la izquierda presume de tener una mayor
conciencia social que la derecha, en parte, solo en parte, ya digo sobre el
papel, los hechos de la vida real demuestran que no hay grandes diferencias,
los primeros no ven y los segundos no quieren ver, hay de todo y miles de
circunstancias alrededor de todo esto, no se puede generalizar, pero a menudo
la vida política es un corral en el que se enzarzan unos con otros por
cuestiones a veces bizantinas, y sin embargo no se acometen cuestiones
verdaderamente sangrantes.
En fin, pido disculpas por esta catarsis que quizá no venga a
cuento, pero que Dios (en el que no creo) me ayude a discernir entre lo
superfluo, lo importante, y lo imprescindible.