jueves, 28 de abril de 2016

Hay solución a la inminente crisis en el sistema de pensiones?


Como dice un anuncio en inglés por ahí, "Impossible is nothing". Me viene a la memoria una anécdota de Roosevelt, que muy cabreado con los japoneses por lo de Pearl Harbour quiso lanzar una operación aérea de castigo. En su silla de ruedas, paralítico de las piernas, presidía un consejo para estudiarlo. Los generales le dijeron que era imposible, porque no tenían base suficientemente cerca para que los aviones pudieran alcanzar el objetivo sin caerse al agua ya de vuelta por falta de combustible. Roosevelt se apoyó sobre sus manos en la mesa e intentó ponerse de pie sobre sus piernas muertas, rechazó y fulminó con la mirada a los que hicieron ademán de ayudarle y, cuando consiguió estar de pie, clavó en los generales la mirada y les lanzó esta frase: ""¡Jamás vuelvan a decirme que no puede hacerse!!". Y se hizo, claro que se hizo; y con éxito.
En este caso, no creo que haya que recurrir a la épica. Claro que no es fácil con estos mezquinos politicastros nuestros, como "imposible" es que formen gobierno, sin ir más lejos. Pero habrá gobierno, antes o después, no lo dudes. También es imposible predecir y evitar atentados suicidas yihadistas; ¿Y nos vamos a cruzar resignadamente de brazos esperando a que nos maten a todos?. Habrá que dar pasos, habrá que presionar, habrá que moverse si los poderes no tiran de la solución en la que creemos.
Lo supuestamente imposible tiene que resolverse con varios ingredientes adecuadamente combinados y hábilmente cocinados: estoy convencido de que con el márketing politico que sea necesario la sensatez siempre puede venderse y todos, o una mayoría, la compramos (¿no hemos"tragado" con muchas cosas en el tema terrorista, sin ir más lejos?). Y la cuestión es que VAMOS AL DESASTRE si no se hace nada. ¿Te imaginas a nuestro ilustre gobernante de turno levantándose una mañana y anunciar de sopetón que a partir de ese momento y para siempre, corralito sí, pensiones no?.
Hay que pensar soluciones "imaginativas" como se dice ahora. La transición de sistema tiene que hacerse mediante una colaboración del Estado con el mundo financiero, negociando con actores destacados y solventes de éste (una Caixa, un Banco Santander, un BBVA) acuerdos de largo plazo para que, a cambio de gestionar los fondos actuales de la caja "a extinguir" (financiando a largo el déficit que los actuales pensionistas generen a partir del momento de agotamiento de esos fondos), se queden durante muchos años con la exclusiva de los nuevos "planes individuales públicos", que se empezarán a generar de inmediato, para lo que las aportaciones de empresarios y trabajadores a partir del día de inicio de la transición se dividan en dos partes, una para la caja de los actuales (a fin de ralentizar su muerte y poder ajustar plazos) y otra para los nuevos planes individualizados. Y en cuanto a esta parte, ahí habrá que "torear", como se hizo con la ITP: los trabajadores activos sabrán que de lo que cotizan, sólo parte va a ir a sus planes individuales nuevos (tanto más pequeña esa parte cuanto más jóvenes sean), pero a cambio se les tiene que hacer ver que la alternativa es que TODO lo que aportan vaya, como viene yendo, para los actuales pensionistas y que ellos sencillamente no vean jamás ni un céntimo.
Como parte de ese acuerdo negociado Estado-bancos habrá que incluir los oportunos blindajes de las masas de pensiones (forzando constitución de reservas de garantía) y en contrapartida el Estado deberá asumir a su costa y con cargo a impuestos todo, o al menos un mínimo, de los costes financieros (intereses) de esa financiación de las pensiones a extinguir tras agotarse la caja.
De modo que no me parece tan imposible, ni mucho menos. Hasta yo me siento capaz de hacer un excel  contemplando las previsiones de ratios activos/jubilados y de evolución de salarios, de las fechas de agotamiento del sistema actual, de los años de supervivencia prevista de la masa de jubilados actuales (y de los de nuevo acceso por el "sistema antiguo" a corto plazo) y los importes de las pensiones y su evolución (con algún posible pequeño recorte si es preciso, por aquello de "perder algo para no perderlo todo"); y a partir de ahí determinar las necesidades de financiación: cantidad de dinero a inyectar año a año según flujo de entradas y salidas en caja e intereses a pagar por el Estado.

En último caso, margen para "ajustar" hay mucho si pensamos, insisto, en que la alternativa es la pura y simple quiebra 8en el plazo algo menor o algo mayor, según lo que los políticos mareen la perdiz) del sistema que tenemos.