Sin duda alguna, no cabe, el peor Presidente de la
democracia española tenía una bien ganada fama de ser el mejor ex-Presidente,
vegetaba en el Consejo de Estado, contaba nubes, etc., pero el hombre se
aburría y se puso manos a la obra.
Y efectivamente, se plantó en Venezuela para no se sabe qué
y para no se sabe cuando, con cara angelical y embelesada con el actual
dirigente de Venezuela, ese que habla con pajaritos:
Eso sí, con alta fidelidad y respeto a Felipe González que
tuvo que poner pies en polvorosa cuando viajó a Venezuela para intentar una
aproximación (y defensa) a la oposición encarcelada.