Cuando se hace una propuesta, una nueva idea o se expone una
forma de actuar en una empresa o en un
partido político y se abre un debate sobre el tema. Lo normal es que surjan
discrepancias, bien para modificar o para proponer otra nueva que sustituya a la
originalmente propuesta, pues es muy difícil que todos coincidamos con la misma
forma de pensar, de ver las cosas y por tanto es bueno y recomendable que esto
ocurra y todos los que discrepen expongan sus
puntos de vista con libertad, sin miedo ni condicionamientos de ningún
tipo que les impida expresar su propio
pensamiento.
Cuando hay discrepancias, con lo propuesto, y no se debate
ni se razona, por miedo, comodidad o cualquier otro condicionamiento, se crean
tensiones internas que más pronto o más tarde salen al exterior y casi siempre de forma incontrolada
especialmente si la propuesta o forma de
actuar sale mal, como es el caso del PSOE con el no al PP.
Si el PSOE se hubiera abstenido como mínimo cuando
Rajoy se presentó a la elección en segunda votación y hubieran
negociado dicha abstención, posiblemente algo hubieran sacado al PP, bien para
su provecho o para todos los españoles/as y con toda seguridad los socialistas
no habrían sufrido el desgarro interno, que por no debatir una idea, una propuesta,
han tenido y que sin duda les marcara por mucho tiempo. Todo por no hablar,
dialogar debatir entre ellos mismos por miedo, comodidad, condicionamientos, en
definitiva falta de democracia interna y sinceridad de sus dirigentes
políticos.