miércoles, 29 de marzo de 2023

Adiós a las cabinas


 

Dicen que hubo un tiempo en que en un una cabina podías hacer de todo, menos hablar por teléfono. De hecho podrías recargar, hacer donaciones para el Domund, etc. Desde allí se hacían llamadas de todo tipo, maliciosas, bromas etc, al gozar de cierta  privacidad, lo cual no quería decir que no se supiera desde que cabina se hubiera realizado la llamada y funcionaba el mismo principio  para retener el circuito de línea con el golpe de gancho.

 Puede que alguien sepa si el cortometraje  de “la cabina “ influyó algo en la bajada del vandalismo, al existir la posibilidad (muy rara eso sí)  de que se quedase atrancada la puerta.

Requería el servicio de mucho personal, operadores de mantenimiento, recaudadores, personal de  limpieza, de anuncios, y personal administrativo que   desde las direcciones provinciales realizaban muestreos mensuales presenciales  (que evitaba  testear todas las cabinas)  para obtener unas cifras bastante atinadas de disponibilidad de funcionamiento  de las cabinas.  .

Había usuarios  que se le quedaban las monedas y si hacía la reclamación escrita con los motivos y referencias, se le podría  devolver, coincidiendo también de que el personal de    mantenimiento lo reflejará, y a veces se encontraba  la moneda  reclamada que  se había desviado del camino a la hucha. Hubo    campañas para que los usuarios  llamasen al “002”    gratis para comunicar   desperfectos en el mobiliario, o algún mal funcionamiento, siendo el “número de bastidor” la referencia que tenían que pasar ,algo así como  el GPS que determinaba su ubicación en la vía.

Antes de llegar los móviles ,algunos  la utilizaba para llamar sin dinero  con la tarjeta personal  ,pues había un 08X que funcionaba  cargando los pasos a cobro revertido a la línea de tu domicilio, tecleando previamente  unas claves, evitando el tema de las monedas y que se colgase la comunicación, un servicio que quitaron  aduciendo falta de  rentabilidad y así se vería con el personal de recaudación ,que con unas claves sacaban  las huchas que salían blindadas y de las que no era fácil extraer el dinero y las sustituían por las vacías.

No dejaba de ser una infraestructura con toma de corriente  ya montada  que se le podría aprovechar, para algún   servicio que a alguien se le pudiera ocurrir, emergencias, recarga, inalámbrico municipal, etc.

Tenían asociado  un número al que era muy difícil llamar, si no se disponía de un disco especial  con más agujeritos. Disponían de un par telefónico protegido , y que dependía para su funcionamiento de llamadas tarificables   de un  oscilador de 12  Kilohercios (salvo algún caso raro  en baja frecuencia  para longitudes  de bucle elevadas en cabinas muy alejadas) que se situaba en la central   para efectuar los impulsos de cómputo  con los que  poder  cobrar, con la traducción a tiempo correspondiente.

Alguien que    las haya instalado sabrá, si habría algún  método sencillo para sustituir ese cable telefónico por fibra. Para poder dar un servicio  de más ancho de banda, que no sea el de vigilancia, aunque mejor no dar ideas para no incrementar más   lo vigilados que estamos ya.

A algunos les  provocará ¿cómo no? la  nostalgia, y seguro que tendrán más de una anécdota que contar, que sería bueno conocer,  y más si han trabajado y luchado con ellas desde la central hasta el propio elemento, que se convirtió en familiar en nuestras calles y al que  la modernidad  se  va  llevando por delante,

  Lo único que si no se quitasen  tal vez pudieran servir para frenar  esos coches automáticos fuera de control que no solo se suben a la acera sino que se meten directamente en el restaurante  aunque   tengan la puerta cerrada. Pero si pensamos en algo positivo, siempre  se evitarán   trastazos innecesarios para los más de uno  que van   zombis    por la calles mirando el móvil.