Dicen que hubo un tiempo en que en un una cabina podías hacer de todo, menos hablar por teléfono. De hecho podrías recargar, hacer donaciones para el Domund, etc. Desde allí se hacían llamadas de todo tipo, maliciosas, bromas etc, al gozar de cierta privacidad, lo cual no quería decir que no se supiera desde que cabina se hubiera realizado la llamada y funcionaba el mismo principio para retener el circuito de línea con el golpe de gancho.
Puede que alguien sepa si el cortometraje de “la cabina “ influyó algo en la bajada del vandalismo, al existir la posibilidad (muy rara eso sí) de que se quedase atrancada la puerta.
Requería el servicio de mucho personal, operadores de mantenimiento, recaudadores, personal de limpieza, de anuncios, y personal administrativo que desde las direcciones provinciales realizaban muestreos mensuales presenciales (que evitaba testear todas las cabinas) para obtener unas cifras bastante atinadas de disponibilidad de funcionamiento de las cabinas. .
Había usuarios que se le quedaban las monedas y si hacía la reclamación escrita con los motivos y referencias, se le podría devolver, coincidiendo también de que el personal de mantenimiento lo reflejará, y a veces se encontraba la moneda reclamada que se había desviado del camino a la hucha. Hubo campañas para que los usuarios llamasen al “002” gratis para comunicar desperfectos en el mobiliario, o algún mal funcionamiento, siendo el “número de bastidor” la referencia que tenían que pasar ,algo así como el GPS que determinaba su ubicación en la vía.
Antes de llegar los móviles ,algunos la utilizaba para llamar sin dinero con la tarjeta personal ,pues había un 08X que funcionaba cargando los pasos a cobro revertido a la línea de tu domicilio, tecleando previamente unas claves, evitando el tema de las monedas y que se colgase la comunicación, un servicio que quitaron aduciendo falta de rentabilidad y así se vería con el personal de recaudación ,que con unas claves sacaban las huchas que salían blindadas y de las que no era fácil extraer el dinero y las sustituían por las vacías.
No dejaba de ser una infraestructura con toma de corriente ya montada que se le podría aprovechar, para algún servicio que a alguien se le pudiera ocurrir, emergencias, recarga, inalámbrico municipal, etc.
Tenían asociado un número al que era muy difícil llamar, si no se disponía de un disco especial con más agujeritos. Disponían de un par telefónico protegido , y que dependía para su funcionamiento de llamadas tarificables de un oscilador de 12 Kilohercios (salvo algún caso raro en baja frecuencia para longitudes de bucle elevadas en cabinas muy alejadas) que se situaba en la central para efectuar los impulsos de cómputo con los que poder cobrar, con la traducción a tiempo correspondiente.
Alguien que las haya instalado sabrá, si habría algún método sencillo para sustituir ese cable telefónico por fibra. Para poder dar un servicio de más ancho de banda, que no sea el de vigilancia, aunque mejor no dar ideas para no incrementar más lo vigilados que estamos ya.
A algunos les provocará ¿cómo no? la nostalgia, y seguro que tendrán más de una anécdota que contar, que sería bueno conocer, y más si han trabajado y luchado con ellas desde la central hasta el propio elemento, que se convirtió en familiar en nuestras calles y al que la modernidad se va llevando por delante,
Lo único que si no se quitasen tal vez pudieran servir para frenar esos coches automáticos fuera de control que no solo se suben a la acera sino que se meten directamente en el restaurante aunque tengan la puerta cerrada. Pero si pensamos en algo positivo, siempre se evitarán trastazos innecesarios para los más de uno que van zombis por la calles mirando el móvil.
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