En los últimos días estamos
viendo como en España, el panorama político se deteriora cada vez más. Por una
parte, tenemos el independentismo catalán que lejos de solucionarse se
incrementa cada vez más. Ahora con el nombramiento de Quim Torra como presidente
de Cataluña y el gobierno que pretende imponer, con encarcelados y fugados de
la justicia, acusados de los delitos de malversación, sedición y rebeldía. Todo
para minar y debilitar al Estado. Y por otra la actuación de la justicia
poniendo al descubierto las corruptelas del PP, que han desembocado en la
moción de censura presentada por el PSOE al gobierno de Rajoy. Moción de
censura que bloquea al gobierno y, merecida o no merecida, en estos momentos,
no sólo complica el panorama político, sino también la estabilidad
institucional, social y económica de España.
No espero, ni creo que la moción de censura, caso de prosperar,
valla a solucionar nada, aunque sea merecida o justificada, más bien creo que
lo empeorara todo mucho más si la ganan con el respaldo de los nacionalistas,
que no creo, ni espero que se llegue a tanto. El problema está en el sistema
oligárquico de partidos políticos que tenemos, que hace aguas por todas partes,
dentro y fuera de España. Ninguno de los partidos políticos que tenemos será
capaz de solucionar los avances de los nacionalismos, la precariedad del
trabajo y las pensiones, el paro, el descontrol y la falta de inspecciones,
sobre todo en las grandes empresas, que estafan y roban a sus propios clientes,
con la impunidad que les permite el propio Estado y la corrupción sistémica que
padecemos. Todos los partidos políticos, buscan el oportunismo para llegar al
poder. No quieren la democracia, la transparencia, la igualdad de oportunidades
y de la justicia para todos, ni la libertad política. Sólo quieren el poder, el
protagonismo y los privilegios que tienen en el actual Estado de
partidos.
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