¿Por qué se reunieron, si sabían que no iban a acordar
nada?, se preguntan millones de españoles tras el encuentro Rajoy-Sánchez. Los
tertulianos llaman «postureo» a lo que antes se llamaba paripé, mucho más
sonoro y elegante. Pero fue más que eso: a Rajoy le interesaba demostrar que
está dispuesto a entenderse con Sánchez y a Sánchez le interesaba demostrar que
con Rajoy ni a rastras. Cumplido ese trámite, cada uno a lo suyo: Sánchez a
montar su gobierno «progresista» y Rajoy a demostrar que tal gobierno es un
bluff, para presentarse él luego. Se aceptan apuestas y aprovecho la pausa para
mostrar mi disconformidad con la teoría de que Rajoy debe dimitir por su bien,
el de su partido y el de España. Un día tendrá que hacerlo, pero cuando haya
pasado el momento crítico que atravesamos. Hoy, no, por tres razones:
-Porque no veo en el PP a nadie, hombre o mujer, con su
sangre fría, su capacidad de resistencia y su visión más allá del momento
presente.
-Porque hacerlo ahora se tomaría como una huida, o derrota,
no sólo de él, sino de su política, y un triunfo de los que quieren derribarle.
-Porque ello nos llevaría ipso facto al «gobierno de
progreso» que Sánchez e Iglesias preparan: acabar con lo que llaman
«austericidio», revertir todas las reformas que ha hecho el PP, dar por
finiquitada la Transición e iniciar una nueva etapa que poco tendría que ver
con la anterior y sí mucho con lo que estamos viviendo en las ciudades regidas
por coaliciones coloridas e ineficaces ante los grandes problemas internos y
externos que tiene nuestro país.
Y si queremos un adelanto de lo que nos espera, basta ver
las imágenes de las calles de Atenas, donde se enfrentan campesinos y policías
por los recortes que el Gobierno Tsipras ha tenido que hacer tras meterse donde
le cupieran sus planes progresistas. O, sin ir tan lejos, recordar lo que hizo
Zapatero cuando los auténticos centros del poder y del dinero le llamaron al
orden. Con el añadido de que nosotros tenemos no sólo un problema económico,
sino también uno territorial, que Iglesias pretende arreglar dando vía libre al
«derecho a decidir» y Sánchez regresando al federalismo no de la Segunda
República, sino de la Primera, aquella en la que Cartagena convirtió los
cónsules en embajadores de sus respectivos países, como ya empieza a hacer la
Generalitat catalana, algo que ni siquiera quieren mentar.
Es por lo que creo que Rajoy hace bien en mantenerse en el
Gobierno, por provisional que sea, hasta que se aclare quién va a sucederle. Lo
que ya no sé es si logrará mantenerse, dada la formidable coalición reunida
contra él. De triunfar, los españoles tendremos que aprender lo que es de
verdad una «democracia popular» y un «gobierno progresista». Algunos me
tacharán de no haber hablado de la corrupción. No es por falta de ganas, sino
de espacio. Es un tema tan amplio y grave que necesita un artículo para él
solo. Prometido.
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