La semana pasada parecía que nunca un árbitro se había equivocado hasta que lo hizo Pérez Burrull en Madrid. Los dos decisivos errores que tuvo el árbitro favorecieron al Madrid, es cierto, pero la dimensión que le dieron los medios de comunicación a esos errores fue tan desproporcionada que, sinceramente, daba vergüenza, pertenecer a un país con tal mafia mediática. Y más, cuando no hacía mucho tiempo un árbitro, de cuyo nombre no me acuerdo, anuló al Madrid un gol legal de Higuaín e, inmediatamente, expulsó a Robben por protestar. No hubo ni tal escándalo ni siquiera se resaltó en
los medios.
Ayer, otra vez porque no es la primera, el Barça fue ayudado por el árbitro. Esta temporada no lo necesita mucho, ya que sus rivales suelen salir vencidos al campo (véanse las declaraciones de Lopo, del Depor), pero cuando lo necesita...ahí está el trencilla para echar un cable. Un gol legal anulado (iban 0-0), y el primer gol del Barça, el que abre la lata, en fuera de juego de Alves. Me acuerdo ahora de aquel dicho: "¡Así se las ponían a Felipe II"!. No sé qué es lo que le ponían al rey, pero al Barça sí.
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