Pero el problema no es que la izquierda sea lo que hoy es. Eso sólo es un síntoma. El verdadero problema ese que el desarrollo del llamado “régimen del 78” ha alimentado unas instituciones -a la vez que impedido otras- que han hecho posible que el ideario totalitario, excluyente y radical de nuestra izquierda sea no sólo posible, sino que se presente como algo normal, cuando no lo es. No es de extrañar, por tanto, que el resultado de las últimas elecciones haya sido inconcluyente ni me extrañaría que una nueva convocatoria no produjera alteración del panorama político alguno. Los españoles están votando lo que el sistema ha alimentado que voten: división, fragmentación, inquina y odio.
El régimen del 78 en lugar de intentar colocar a los españoles en el centro de atención, se pensó que debían ser los partidos políticos (y organizaciones afines, desde sindicatos a patronales pasando por fundaciones) quienes fueran la piedra angular del nuevo régimen. Para consolidar su papel, la constitución les ofrecía toda una serie de prebendas que ya quisiera para sí el ciudadano de a pie.
Aún peor, si la tarta central no bastaba para contentar la avidez de políticos y afines, para eso estaban las autonomías. No sólo España es el país con más políticos per cápita de todo el mundo, sino que posiblemente sea la partitocracia más arraigada. Diputaciones, ayuntamientos, entes autónomos………..nada ha escapado al ansia de poder, de controlar y de beneficiarse de los partidos políticos. Ningún dirigente lo ha evitado ni ha escapado a ese agujero negro que es la colación de los suyos en puestos del Estado. Es decir, puestos y salarios que salen de nuestros impuestos.
El régimen de 78 ha generado una cultura relativista y del todo vale que está en la base del enfrentamiento y odio que hoy vivimos.
El régimen del 78 nos ha vendido a los españoles. Ha creado un monstruo y los herederos de sus artífices nos lo quieren vender como irremplazable e inmejorable. Desde luego, inmejorable para ellos, los más beneficiados del mismo. Ahora bien, la izquierda nunca querrá ni podrá cambiarlo a mejor. La transformación y mejora del régimen y la constitución del 78 sólo vendrá de la mano de la derecha. ¿Pero qué es la derecha en España en estos momentos? No es ni C’s, ni el PP. Adivinen ustedes. La alternativa es seguir trabajando para que el sistema y sus beneficiarios siga funcionando.
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