Una sociedad civilizada, antes que culpar al Gobierno por una catástrofe, como hicieron los progres socialistas y su colla de saltimbanquis en España con el Prestige, acepta con humildad que en ocasiones, lo cotidiano se ve sorprendido por lo imprevisible.
En los desastres nacionales, el principal deber de los ciudadanos es Afrontarlos contribuyendo, en lo posible, a paliar sus consecuencias, más con el trabajo silencioso que con el rugido interesado del derrotismo. Ante el desastre ecológico que en estos momentos está sufriendo gran parte de los Estados Unidos, no me imagino a sus afectados habitantes manifestándose con pancartas y pegatinas con el lema Never More. (“Nunca más”).
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