Si no yerro, hoy es el último día en el que se puede recordar sin cometer un delito, los logros, avances y mejoras del régimen franquista. Por otra parte, lo haré con el desahogo y la sinceridad de quien no fue nunca partidario de la figura del Generalísimo.
Franco comandó al Ejército Nacional en la Guerra Civil. Las guerras son cruentas, y la de España lo fue de un lado y del otro. Franco no se alzó contra una democracia el 18 de julio de 1936. La segunda República dejó de ser demócrata en 1934, cuando el golpe de Estado socialista y el Gobierno del Frente Popular que habían perdido las elecciones. Con anterioridad a 1936, la segunda República desbarató los Derechos Humanos, incendió templos e iglesias, y asesinó desde el Poder a muchos de sus detractores.
Una camioneta oficial con policías a las órdenes del dirigente socialista Indalecio Prieto, aparcó junto a la casa del dirigente conservador don José Calvo-Sotelo. Los esbirros de Prieto detuvieron al líder de la Oposición, y le descerrajaron dos tiros en la nuca.
Días más tarde, la Guerra Civil comenzó.
Las fuerzas nacionales eran mucho menos poderosas que las republicanas. El marxismo-leninismo perdió la guerra por su desorden y ausencia de ideales. Un millón de muertos, la mayoría de ellos en las retaguardias. La URSS fue derrotada.
Y Franco se encontró en 1939 con una nación en ruina. Treinta años más tarde era la octava potencia económica del mundo.
Franco construyó más de cinco millones de viviendas sociales protegidas. Creó una infraestructura de transportes, abriendo carreteras y autopistas. España dejó de morirse de sed gracias a los pantanos, como bien reconoció Felipe González. Instituyó la Seguridad Social, y al cabo de los años, falleció en la habitación de uno de sus grandes hospitales de la Sanidad Pública, La Paz.
Las empresas se vieron obligadas a abonar a sus empleados las pagas extraordinarias de Navidad y del 18 de julio, a las que ningún obrero o trabajador socialista renunció. El poder de Franco fue autoritario, pero los políticos robaron muy poco. Prueba de ello es que, sin apenas carga impositiva, se realizaron obras públicas de dimensiones excepcionales. Y llegó el dinero del exterior. Se crearon miles de empresas y en España había un Gobierno, no diecisiete. Cataluña y el País Vasco fueron las dos regiones mimadas del Régimen.
Después del boicot de la ONU, auspiciado por el exilio republicano, las naciones libres se abrieron a España. El Presidente de los Estados Unidos, Eisenhower, visitó España y abrazó a Franco. Estuvo tres días en España y no veintinueve segundos, como Sánchez con Biden. La diplomacia española salvó la vida a decenas de miles de judíos. Su embajador Ángel Sanz Briz y su gesta así lo demuestran. No fue generoso con Don Juán, el exiliado de más largo destierro, pero dejó abierta la sucesión y el futuro. En cierta ocasión el Príncipe le pidió asistir a los Consejos de Ministros.
-"Puede hacerlo cuando Su Alteza lo estime oportuno. Pero no le va a servir de nada. Cuando sea Rey, tendrá que impulsar una democracia europea”.
Durante su régimen creó la clase media, predominante en España. Una clase maltratada en la actualidad y que es la base y el sostén de todo país económicamente fuerte. Sabía perfectamente que su régimen desaparecería con su muerte.
“Alteza, ante todo, mantenga la unidad de España”.
De la ruina a la potencia mundial. Espero no haber delinquido recordando algunos de sus logros.