*Estamos tocando fondo*
No se me ocurre humillación mayor para un ser humano que
organizar un espectáculo con su dolor para lucrarse de su exhibición.
No se me ocurre vileza mayor que convertir en icono de las
mujeres a una persona que exhibe su dolor a cambio de suculentos ingresos
económicos.
No se me ocurre irresponsabilidad mayor que ser ministra y
participar en un programa de prensa rosa en el que se está comerciando con el
dolor de una presunta víctima mientras se sortean 12.000 euros entre los
seguidores del espectáculo.
No se me ocurre aberración mayor que sustituir los tribunales
de justicia por un plató de televisión.
No se me ocurre un acto de hipocresía mayor que expresar desde
la Presidencia del Gobierno la “consternación” por el abuso denunciado en un
espectáculo televisivo mientras se hacía caja cuando el mismo personaje se
niega a investigar los abusos cometidos contra menores tuteladas bajo su
responsabilidad. Y todo porque ellas, las niñas violadas bajo la “protección”
de gobiernos de la izquierda, no son mediáticas.
Un país en el que el debate público gira alrededor del juguete
roto en el que han convertido a una mujer para que una cadena de televisión
haga caja mientras el Gobierno de la Nación destina a las empresas de los
amigos del dictador Maduro millones de euros que les niega a los autónomos, a
los parados, a las personas más necesitadas… es un país que está tocando fondo.
Un país que sigue entretenido con el show televisivo mientras
al Gobierno le “desaparecen” decenas de miles de vacunas y que sitúa a España a
la cola de los países europeos en número de personas vacunadas es un país que
está tocando fondo.
Un país en el que la ministra de Igualdad, cuyo partido ha
sido financiado por Irán, se atreve a decir en sede parlamentaria que “Madrid
no es un lugar seguro para las mujeres” es un país que está tocando fondo. Y lo
dice ella que vive con un tipo -que es Vicepresidente del Gobierno y su jefe
político- que reconoció haberle sustraído la tarjeta del teléfono a una mujer adulta que trabajaba
para él para “protegerla”…
Un país en el que el alcalde socialista de Palma de Mallorca
ha quitado las calles dedicadas a los Almirantes Churruca y Gravina , los dos
héroes de Trafalgar o la del Almirante
Cervera, que luchó en la Guerra de Cuba por… ¡franquistas!, y no pasa nada, es un país que está tocando
fondo.
Un país que lleva prácticamente un año sin que la acción del
Gobierno sea tutelada de manera efectiva por el Congreso de los Diputados es un
país que está tocando fondo.
Un país en el que desde la sede de la Presidencia del Gobierno
se organizan mociones de censura para desestabilizar los gobiernos regionales
mientras cada día suma miles de infectados y centenares de muertos por el
COVID-19 es un país que está tocando fondo.
No hay derecho. No hay derecho a que haya millones de
españoles literalmente abandonados por
el Gobierno de la Nación mientras la izquierda institucional utiliza el código
de comunicación del reality show para emitir sus mensajes políticos, para
mercadear con los sentimientos y las emociones, para sustituir la política por
el espectáculo.
No hay derecho a que haya miles ciudadanos –muchos de ellos
mujeres- que esperan durante años un juicio justo y sufren en silencio las
consecuencias de que en España haya una justicia infradotada de medios
materiales y humanos mientras el Gobierno regala millones de euros a las
cadenas televisivas que le ayudan a desviar la atención sobre lo verdaderamente
importante.
No hay derecho a que
los mayores corruptos y corruptores –terroristas y golpistas- sean encumbrados
a la categoría de hombres de Estado por un Gobierno que quiere expulsar de la escena política a
partidos democráticos y a personas libres que no se someten a su jerarquía
sectaria y que no aceptan la supremacía moral de esta izquierda que ha decidido
romper la convivencia entre españoles para reinar sobre las ruinas de España.
Nada de lo que está ocurriendo en España es producto de la
casualidad; todo obedece a un plan de Sánchez y sus acólitos para demoler la
democracia, para que los mecanismos de control sean sustituidos por el
espectáculo, para que la justicia sea dictada desde un plató de televisión,
para que la propaganda sustituya a la información, para que el circo sustituya
a la política. No hay “error”, hay estrategia.
Podemos seguir mirando hacia otra parte, podemos pensar que no
es para tanto, podemos engañarnos a nosotros mismos pensando que ya pasará…
pero esto se hunde. O nos rebelamos ya… o pronto será demasiado tarde.