martes, 18 de diciembre de 2018

Las nuevas consignas de la izquierda tras la debacle de las elecciones andaluzas.

En un interesante artículo, titulado “El fascismo que viene” publicado en El País, su autor, Enric González, señala que el fascismo puede definirse de muchas maneras y que su esencia consiste en “una reacción agresiva de la mayoría contra las minorías”. Desde luego, se trata de una nueva caracterización de este movimiento político que no me atrevo a discutir, pero de la que no hay ni el más mínimo rastro en las acepciones que tiene de esta palabra el Diccionario de la RAE.
Hasta ahora, y siguiendo la significación gramatical de nuestro Diccionario, además del movimiento político y social de carácter totalitario que se desarrolló en Italia en la primera mitad del siglo XX, el término fascismo se empleaba para referirse a “una actitud autoritaria y antidemocrática”. Pero, sea de esto lo que fuere, tengo para mí que, debido a la conveniencia de poder utilizar este insultante término contra los adversarios políticos, la izquierda está construyendo un concepto nuevo de fascismo caracterizado, no por su precisión y rigor, sino por su amplitud y elasticidad para poder “lanzárselo” a todos los que convenga.
Y es que de lo que se trata es de tener a mano esa expresión para poder aplicarla a movimientos políticos que se atreven a defender democráticamente unas ideas claramente distintas a las que conforman el “catálogo” del “perfecto izquierdoso” de nuestros días: ese sujeto que, con una insultante e inadmisible superioridad moral, nos va diciendo en cada momento lo que tenemos que pensar el resto de los mortales para que nos pueda tocar el dedo de la gracia progresista y ungirnos como “intelectuales de progreso”.
El innegable éxito del centro-derecha en las elecciones andaluzas de ayer le está escociendo tanto a las izquierdas que, lejos de asumir la posición crítica que exige el análisis inteligente de la derrota, están proyectando el cañón de luz de su análisis electoral sobre el partido de aquella franja ideológica que obtuvo el menor número de escaños (12 de VOX, frente a los 26 del PP y 21 de C,S). Y lo hacen para meternos miedo, para advertirnos de que con VOX viene el lobo autoritario y antidemocrático. Esta táctica bufonesca de los perdedores no resiste un análisis serio, ni desde la propia óptica del partido en el Gobierno, ni desde la de VOX.
Desde la perspectiva del PSOE, a toda persona medianamente informada le tiene que llamar la atención que sea precisamente un partido que se ha apoyado en los comunistas, los antisistema, los independentistas y los filo-terroristas para llegar al poder, el que se atreva a advertirle al PP y a C,s de pactar con partidos escasos “de dosis democráticas”, como VOX, que es sin lugar a dudas mucho más democrático que los comunistas caribeños, los golpistas catalanes y los filo-terroristas vascos.
Si no queremos hablar de oídas y queremos calificar las cosas por lo que nos parecen y no por las consignas que nos trasmiten, para saber si VOX es o no un partido fascista o de ultra derecha, me permito recordar sus 10 principales propuestas programáticas que defendió en las elecciones andaluzas: Unidad de España; recortar el despilfarro; un solo sistema educativo y sanitario; reducir los impuestos al mínimo; apoyar a los que crean empleo y riqueza; apoyar a la familia, la vida y los valores; luchar contra la corrupción; cierre de las mezquitas fundamentalistas; control de la inmigración; y recuperar el peso de España en Europa y el Mundo.
¿Me puede decir alguien de ustedes cuál o cuáles de estas propuestas ideológicas son antidemocráticas y autoritarias? ¿Hay alguna que suponga una vulneración flagrante de la Constitución? ¿Puede considerarse el control de las fronteras y la expulsión de los imanes extremistas una agresión de la mayoría o se trata de medidas que respetan los derechos que reconoce nuestra Constitución a los extranjeros? Y finalizo con una reflexión: en la actual situación de España ¿a quién hay que temer más “al fascismo que viene” o al “Podemismo madurista” que ya está presente en nuestro país y que trata de infiltrase poco a poco en los entresijos del poder para ocuparlo definitivamente y no devolverlo jamás?  ¿Les parece señores sesudos intelectuales de izquierdas que no debemos temer al señor Pablo Iglesias ese paradigma de demócrata que haya llamado a “salir a la calle” porque no está conforme con el resultado electoral?   Respóndanse ustedes mismos.



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