Llegó el día D. El apagón analógico que empieza hoy en Madrid, Barcelona y Sevilla afectará a 16 millones de telespectadores. Es decir, prácticamente a todo el mundo. El resto de España no importa demasiado. Al final de la semana, la señal tradicional de televisión será historia. Con la desconexión de los centros de Torrespaña (Madrid), Collserola (Barcelona) y Valencina de Concepción (Sevilla) finaliza el largo proceso de transición hacia la Televisión Digital Terrestre que empezó en el año 2004.
Los datos relativos al coste de la conversión son inciertos. Se barajan cifras de entre 10.000 y 12.000 millones de euros sin contar la renovación del parque de televisores existentes, difícilmente cuantificable. La mayor parte del abultado presupuesto se ha (mal)gastado en campañas públicas de “sensibilización” y en “digitalizar” los centros de difusión. Para muestra un botón. En muchos municipios donde los “técnicos” de la administración iban a “informar” de la llegada de la TDT, y distribuir folletos, los vecinos estaban más interesados en saber como evitar el molesto pixelado o la desincronización del sonido y la imagen. La solución técnica, cambiar de tele, los cables, la antena, y en su defecto, de pueblo, de provincia (y de país). En última instancia, por poco dinero, instalar una parabólica y captar la señal vía satélite. La paradoja es que, de haberse optado por esa solución para toda España, todo el proceso de transición se habría acortado notablemente, la oferta de contenidos sería mayor y el coste reducido a menos de la cuarta parte.
En muchos aspectos, la implantación de la TDT se asemeja a un proceso de publicidad engañosa. Se “vendió” la idea de una mayor oferta de contenidos, y mejor calidad de imagen, y para la mayoría de ciudadanos que no viven en grandes centros urbanos como Madrid o Barcelona, ha sido todo lo contrario: 5 años de ver una televisión analógica con peor señal y, una vez implantada la Televisión Digital, una drástica reducción de la oferta televisiva no comercial. Por cuestiones legales, muchas emisiones autonómicas dejan de verse fuera de la propia demarcación regional. Tampoco la calidad de la imagen es realmente satisfactoria.
¿Cuánto dinero te has gastado en “adaptarte” a la modernidad? ¿Crees que la implantación de la TDT en España ha sido por una cuestión tecnológica o puramente mercantil? ¿Tenemos hoy mayor o menor oferta de contenidos televisivos que en 2003? ¿Han mejorado los contenidos, y la calidad de la imagen, o han empeorado con total claridad? A la vista de lo ocurrido en este periodo 2004-2010: ¿crees que era necesario implantar la TDT o era completamente prescindible? ¿Corremos el riesgo de que esta tecnología quede obsoleta en menos de 10 años?, que cada uno de sus respuestas a estas preguntas.
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