Para tratar de animar un poco esta mañana gris y con viento (al menos en Barcelona) os dejo un chistecillo:
Un tipo se aproxima una noche a su casa bien tarde, hasta las trancas de alcohol y tambaleándose por la calle.
Se para delante de su puerta y empieza a aporrearla, gritando, una y otra vez:
- ¡Ramera, cabrona, abre la puerta!, ¡Rameraaaa, cabronaaaa, ábremeeeeee!
Cuando ya había despertado a la mitad de barrio, sale, por fin, su mujer al balcón , y le espeta:
- Deja de escandalizar, borracho gilipollas, y no vuelvas a llamarme ramera cabrona. Te he dicho mil veces que me llamo Ramona Cabrera.
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