Las atrocidades cometidas contra el clero español por parte de milicianos y revolucionarios asesinos afines o pertenecientes al Frente Popular, atrocidades que son innegables, constituyen uno de los mayores estigmas históricos que sufre la izquierda española, a pesar de que fueran cometidos por elementos incontrolados, no existiendo evidencia histórica contrastada de que, en ningún caso, el poder político de la República estuviera detrás de ninguno de esos viles asesinatos.
Creo, honradamente, que la inmensa mayoría de las personas de izquierda de este país, sienten horror, así como sincera vergüenza, por aquellos viles asesinatos, y creo que si hay alguien que no la sienta, jamás se atrevería a justificarlos en clave política, aunque, y eso es un hecho histórico incontestable, amplios sectores de la iglesia y, por supuesto, la jerarquía episcopal, habían sido, desde los púlpitos y desde las pastorales, muy beligerantes contra la república, en general, y contra la izquierda en particular.
La afinidad política, más o menos manifiesta, de la Iglesia, primero con la monarquía, luego con la derecha de la República y finalmente con el ejercito sublevado en la guerra civil, jamás sería utilizada por nadie mínimamente sensato y con algo de vergüenza torera, para justificar o explicar el porqué de aquellos asesinatos.
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